Centenares de vuelos fueron anulados en los principales aeropuertos de Alemania y miles de pasajeros tuvieron que quedarse en tierra a causa de los paros selectivos del sector público, a modo de preámbulo de la nueva gran huelga anunciada por los ferrocarriles. Sólo la compañía aérea Lufthansa tuvo que
cancelar 300 vuelos, a los que se unieron las suspensiones de decenas de trayectos de otras compañías como consecuencia de los paros convocados por el sindicato del sector público
ver.di, que este miércoles se centraron en el personal de carga y descarga de equipajes. Con ello se entró en la más aparatosa jornada de
huelgas de advertencia convocada esta semana por el sindicato, que según fuentes propias secundó un 90% del personal convocado.
A la situación creada en los aeropuertos de Fráncfort, Múnich, Hamburgo, Stuttgart, Nuremberg y Düsseldorf, entre otros, se sumó en Berlín el hecho de que este miércoles entraron en huelga indefinida los autobuses, tranvías y metros con el consiguiente colapso circulatorio.
Por si ello fuera poco, la capital alemana amaneció bajo una persistente nevada y las precipitaciones en buena parte del resto del país complicaron también las cosas en otras muchas grandes capitales.
Los ciudadanos tomaron la situación con calma, como si se tratara de un entrenamiento ante la huelga anunciada por los maquinistas de la Deutsche Bahn para el próximo lunes, que paralizará los trenes de todo el país, incluidos los de cercanías.
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