El Prado cede al Museo de La Rioja la obra 'San Francisco en oración' de Zurbarán hasta el 24 de marzo

  • El Museo del Prado ha cedido a la pinacoteca riojana la obra 'San Francisco en oración' de Zurbarán, que se podrá visitar hasta el 24 de marzo, dentro del proyecto del museo nacional 'De gira por España'.
El Prado cede al Museo de La Rioja la obra 'San Francisco en oración' de Zurbará
El Prado cede al Museo de La Rioja la obra 'San Francisco en oración' de Zurbará
EUROPA PRESS
El Prado cede al Museo de La Rioja la obra 'San Francisco en oración' de Zurbará

Precisamente, esta mañana el presidente del Gobierno regional, José Ignacio Ceniceros, el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, y la directora del museo riojano, María Eugenia Santos, han participado en la presentación de la cesión temporal.

Falomir ha recordado que la idea de la iniciativa "es recordar que el museo del Prado es de todos, y que es nacional, no solo porque lo lleve en el nombre, sino por una voluntad y una vocación, para lo que tiene miles de obras depositadas por toda la geografía española". De ahí, que "quisiéramos recordarlo llevando una obra maestra a cada una de las comunidades autónomas, así como a las dos ciudades autónomas".

Ha señalado, además, que la obra elegida, 'San Francisco en oración' "nos recuerda que es un museo en constante evolución, ya que llego a El Prado hace poco años, por medio de una donación del entonces presidente del Patronato, Plácido Arango, que vino a paliar una de las lagunas que tenía el Museo como era su colección de Zurbarán, que probablemente no estaba a la altura, y que ahora con las otras dos obras más cedidas por Arango lo está".

Sobre el cuadro, Falomir ha señalado que "es una obra tardía - del pintor extremeño- que es maravillosa, sin resabios de su tenebrismo inicial, y que muestra a este San Francisco conocido popularmente como el San Francisco Hamlet, porque parece que se va a arrancar con el famoso soliloquio de 'Ser o no ser', con una calavera en la mano, en un momento de inspiración divina, dirigiendo su mirada al cielo y con la mano en el pecho que es un gesto muy codificado por la retórica de aceptación de la voluntad divina".

Ceniceros, por su parte, en su intervención ha animado "a los riojanos y turistas a que aprovechen esta gran oportunidad" para conocer el cuadro, al tiempo que ha celebrado que El Prado haya tenido la iniciativa de "sacar a pasear sus joyas" con motivo de su bicentenario, lo que permite al Museo de La Rioja albergar una obra de "uno de los grandes de la pintura española".

Asimismo, ha destacado otras iniciativas del Museo riojano dirigidas a "hacer cada vez más accesible su vasto contenido a todos los públicos y en todos los lenguajes y soportes posibles".

"La Rioja suma un aliciente más para el visitante en pleno centro de la ciudad de Logroño", ha afirmado Ceniceros, que ha animado "a disfrutar de la colección del Museo de La Rioja, que es "un reflejo de la historia de esta tierra, con piezas destacadas desde la Prehistoria y la época romana, pasando por la época medieval y hasta la actualidad".

En este sentido, ha recordado que el Museo de La Rioja cuenta con secciones de romanización, en Calahorra; etnográfico, en la Sede Encantada de Briones y arte contemporáneo, en el Museo del Torreón de Haro.

La directora de la pinacoteca riojana ha dicho que "es un privilegio y una alegría que el Museo del Prado nos haya seleccionado para formar parte de esta iniciativa, algo en lo que estamos muy ilusionados". En este punto, Santos ha recordado que "tenemos más obras - 27, en total-, en depósito, del Museo del Prado en la tercera planta, del siglo XIX y de principios del XX".

EL CUADRO DE ZURBARÁN

Esta obra, firmada en 1659, en los últimos años de la vida de Zurbarán, constituye un ejemplo paradigmático de los intereses temáticos, las fórmulas narrativas y la técnica descriptiva que caracterizan esa postrera etapa de su carrera.

Se trata de un óleo sobre lienzo de 126x97 cm en el que se identifica a San Francisco a través de su hábito, de la presencia tan acusada del cordón, y de la llaga que hiere su mano derecha. Eleva la mirada al cielo, sostiene una calavera con su mano izquierda y tiene en frente un crucifijo apoyado en un libro. Todo ello describe la oración en que está inmerso el santo como un resultado directo de un acto de meditación.

Desde 1650 el pintor había emprendido un camino decidido hacia una mayor apertura cromática y una mayor unidad tonal, lo que se tradujo en la eliminación de los fuertes contrastes lumínicos que habían caracterizado su obra. Ese cambio refleja un deseo de actualizar su estilo y adaptarlo a los nuevos intereses del público, lo que queda de manifiesto cuando comparamos esta obra con representaciones anteriores del santo.

Aunque se sigue jugando con el efecto dramático y las posibilidades descriptivas de los contrastes entre luces y sombras, se ha atemperado mucho el tenebrismo, el modelado se ha hecho más suave y la luz invade la composición, multiplicando la gama cromática. Frente a los fondos oscuros y homogéneos predominantes hasta entonces, el santo se destaca sobre un luminoso cielo azul.

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