Reyes Martel, jueza de menores: "Es preocupante el aumento de los malos tratos de hijos hacia padres"

  • La titular del juzgado nº1 de Las Palmas de Gran Canaria lidera un proyecto para integrar a jóvenes conflictivos.
  • Su actividad más llamativa pasa por llevar a los chavales a hacer el Camino de Santiago.
Reyes Martel, titular del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas de Gran Canaria.
Reyes Martel, titular del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas de Gran Canaria.
JORGE PARÍS
Reyes Martel, titular del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas de Gran Canaria.

España cuenta con 83 jueces de menores y Reyes Martel (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) es, desde 2013, la titular del juzgado de su tierra. En octubre de 2016 impulsó Up2U, un proyecto para promover la integración social de jóvenes conflictivos y en riesgo de exclusión.

La actividad más llamativa de esta asociación pasa por llevar a los chicos a hacer el Camino de Santiago, pero no es su única acción. También promueve eventos educativos y físico-deportivos en distintos emplazamientos, siempre con el objetivo de implicar a la sociedad; una sociedad que, en opinión de la magistrada, está "creando niños burbuja", lo que no les hace "ningún favor".

¿Cómo actúa un juez de menores?

Por un lado somos jueces de garantías, por encima de todo está el interés superior del menor y tenemos que velar por sus derechos. En las medidas a adoptar tiene que existir la proporcionalidad y sobre todo tienen que ser de su interés. Luego somos jueces de enjuiciamiento. Lo juzgamos todo, menos los delitos que corresponden a la Audiencia Nacional. Y también somos jueces de ejecución. Nos convertimos en una especie de padre o madre jurídico. Se les tiene que enseñar a responder de las consecuencias de sus actos, pero como son menores, junto con la responsabilidad penal se aplica un programa individualizado de intervención educativa para cada chico o chica. Algo que les motive.

¿Imponerles una actividad que no les guste sería contraproducente?

Todos los chicos tienen que formarse para tener una posibilidad de conseguir un empleo. Y tienen que saber utilizar su ocio de una forma sana. Se hace un traje a medida. Hacer esto es complicado pero los jueces de menores no estamos solos. Somos los únicos que, desde que el chico entra en Fiscalía de Menores y pasa por el juzgado hasta que terminamos la formación con él, tenemos un equipo técnico adscrito, con trabajadores sociales. Además están las entidades de las comunidades autónomas, que son las que deben, teóricamente, poner esos recursos pero, aunque pensemos en la mayor de las utopías, no puede ser.

¿La idea de crear Up2U surge de esa falta de recursos?

Sí, y del hecho de ser padres y madres jurídicos. Las medidas que se les imponen van cambiando en función de la evolución del chico o la chica. Estamos todo el día con ellos. A veces hay involuciones, hasta que logramos la fórmula, y en muchos casos se consigue.

¿Cómo se lleva eso a nivel personal?

Los jueces de menores somos vocacionales. Ves muchas cosas. Es una materia dura. A veces no se logran los resultados, porque cada persona es un mundo. Además en esta sociedad postmoderna, que cambia tan rápido, el abismo entre las dos generaciones, la nuestra y la de nuestros hijos o nietos, es terrible. Tenemos nuevos perfiles que surgen cada día. Pensamos en chicos que tienen estos problemas porque vienen de familias desestructuradas y vemos que no. Cada vez hay más de clase media-alta.

¿Hay más chicos problemáticos ahora?

Ha cambiado el perfil. En una época hubo muchos delitos patrimoniales. Aunque han bajado siguen siendo un porcentaje importante. Pero lo preocupante ahora son los malos tratos de los hijos hacia los padres, que cada vez tenemos más delitos de violencia de género cometidos por menores y el aumento de los delitos contra la libertad sexual. La violencia ha aumentado de forma considerable, no solo la ejercida de forma directa. También a través de las nuevas tecnologías, como el ciberbullying. Banalizamos la violencia, como pegarle una paliza a alguien y grabarlo. El objetivo no es la paliza en sí sino grabarlo para colgarlo. Está bien que se evolucione, pero hemos pasado de una época de inflexibilidad total a otra en la que les damos todos los derechos y ninguna obligación. Es una sociedad muy compleja y no nos ha dado tiempo o no hemos querido preocuparnos. Ellos son niños y lo que son se debe a cómo les hemos educado. Hay una crisis de valores.

¿Por parte de las familias?

Y de la sociedad en general. Hemos olvidado esos valores de respeto, solidaridad, empatía, esa capacidad de frustración, el recibir un no por respuesta y seguir luchando… Estamos creando niños burbuja y no les hacemos ningún favor. Nos aislamos cada vez más, ya no solo en las grandes capitales. Los técnicos dicen que tienen que hacerse talleres de prevención, de empatía, de promoción de valores con la intervención familiar. En esa línea trabajamos en la asociación, con actividades como el Camino de los Valores, e implicamos a la sociedad a través de la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas, para que aporten ese extra a lo de cada administración.

La jueza de menores Reyes Martel, junto a participantes del Camino de los Valores, una de las actividades del proyecto Up2U para la inserción social de menores conflictivos.
La jueza de menores Reyes Martel, junto a participantes del Camino de los Valores, una de las actividades del proyecto Up2U para la inserción social de menores conflictivos.

¿Los llevan desde centros de internamiento?

Y de medio abierto. Luego van jóvenes que no tienen nada que ver y personas de distintas edades como voluntarias. Es fundamental desde el punto de vista de la inclusión que queremos darles a las actividades. Porque estos chicos, con todo el déficit de herramientas que presentan, no son tan malos y tienen una gran capacidad de aprender. Cuando no se les aísla, se les saca de su entorno y se les dan otros referentes, reaccionan.

¿Cuánto dura?

Hacemos el camino atlántico. En Gran Canaria tenemos dos iglesias xacobeas con bula papal, en el norte y en el sur. Atravesamos la isla, que son 49 kilómetros. Con eso no nos daba para la compostela y sumamos el camino inglés desde A Coruña, que fueron otros 75 kilómetros. Al no ser ya solo Canarias les propuse a otros compañeros unirnos con chicos de otros territorios. Estuvimos 225 personas, de las que 109 eran jóvenes de toda España. Las sinergias que se han creado, las historias que han surgido, chicos que siguen teniendo contacto con otros participantes… Es eso, acercarles a la sociedad y decirle que estos jóvenes son de todos. Lo que vamos a conseguir es para que el día de mañana, en vez de adultos que causen problemas, tengamos personas que cumplen con una convivencia en paz.

¿Es una cuestión religiosa?

No, es algo medioambiental, cultural, de patrimonio, de encuentros, deportivo… Llevamos a menas [menores extranjeros no acompañados], por ejemplo, que son musulmanes.

¿Habría que cambiar el sistema?

Cuando salen noticias de delitos graves se tiende a hablar de reformar las penas, la ley, de bajar la edad penal… Yo no creo que sea la solución. Es un problema de base, de que los que tenemos las riendas seamos capaces de enderezar el carro. Somos nosotros los que cosificamos el afecto de nuestros hijos, los convertimos en niños emperadores y niños llave, se lo damos todo, menos estar un rato con ellos.

¿Se trabaja con los padres?

Sí, pero el trabajo es voluntario. Ningún chico elige dónde nace ni nace delincuente. Es algo que intentamos trasmitir con Up2u. Los niños que llegan a la justicia juvenil van cargando sus mochilas poco a poco, no es una cosa de hoy para mañana. Cuando nos llegan a los jueces de menores, entre los 14 y los18 años —aunque seguimos trabajando incluso después— tenemos que ser muy rápidos. Esa es nuestra última oportunidad para intentar cambiar todos los problemas que tienen.

¿No hay chavales conflictivos pese a cómo hayan actuado sus familias?

Es un porcentaje bajo. Los niños son espejos de su entorno más cercano. Tampoco hemos sabido manejar las nuevas tecnologías. Cuando tienen adicción a ellas, como medida judicial los estamos llevando a un taller de gaming. Se trata de jugar con un programa educativo en el que expertos les enseñan juegos que no conocían. Cuando juegas de forma adecuada aprendes y no digo ya si encima interactúas con tus padres. Yo creo en los jóvenes. Pese a que hay motivos para preocuparse por esa falta de base, hay esperanza. Tienen la fuerza, la ilusión… No dejemos que se vacíen.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento