Marina, en 'First Dates': "Mi hombre ideal es Mario Vaquerizo, me encanta su inglés"

  • Hasta Carlos Sobera se contagió de los nervios de la barcelonesa, que no paró en ningún momento.
  • "No me cuesta ligar cuando salgo", confesó su cita, Oriol, al llegar al restaurante de Cuatro.
Marina y Oriol, en 'First Dates'.
Marina y Oriol, en 'First Dates'.
CUATRO
Marina y Oriol, en 'First Dates'.

"Soy una pirata atrapada en el cuerpo de un unicornio porque soy una tía bastarda, pero a la vez, fantasía. Hago lo que quiero cuando quiero, que me apetece irme de fiesta con un disfraz de unicornio, pues me voy". Contundente y arrasando con todos, así llegó Marina al programa de este martes de First Dates. Al entrar en el restaurante, le confesó a Carlos Sobera que "estoy atacada de los nervios", y se le notaba, porque no paraba de sentarse y levantarse del taburete de la barra del local de Cuatro, hasta el presentador le dijo: "No me pongas nervioso a mí también".

En su presentación, la barcelonesa dijo que "soy fantasía, brilli-brilli y locura, por eso mi hombre ideal es Mario Vaquerizo, además, me encanta su inglés". Su cita, Oriol, alardeó que "no me cuesta ligar cuando salgo" y al conocer a Marina se quedó impactado porque "la he visto muy cañera y con mucha energía. Es lo que me falta a mí así que podemos complementarnos".

Durante la cena charlaron de sus gustos, de lo que más les gusta de sus parejas, sus malas experiencias con las relaciones a distancia, que a ambos les encantaba el postureo... Hasta que Marina le contó a Oriol el origen del tatuaje que luce en el lateral izquierdo de su torso. "Con 18 años había un tío en Barcelona que tatuaba zombis por 5 euros y dije "pues vamos a tatuarnos", pero ni lo acabé porque me dolía un montón. Me tatué un zombi, pero no me gustan, me animé por el precio", confesó la catalana.

"Te he traído una sorpresa que, si no te gusta, hemos terminado", le dijo ella al barcelonés, que con cara de sorprendido se quedó esperándola en la mesa. Al rato, Marina apareció con un vestido de lentejuelas, muy de su estilo, bailando y cantando. Él se levantó, y juntos bailaron entre risas. "Hay que ser realistas, cantar bien, no canto, en cuanto salgamos del restaurante veremos que está lloviendo porque canto fatal", admitió ella.

Al terminar, Oriol comentó que "aunque está como una regadera, no nos hemos aburrido en ningún momento durante la cena, no hemos tenido silencios incomodos y compartimos bastantes cosas". Él sí quiso una segunda cita, pero ella no, y cada uno se marchó por su lado después de una velada, de locura.

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