Algo más de 150 años separan la creación del Museo de Bellas Artes de Valencia de la del Instituto Valenciano de Arte Moderno IVAM. El primero nació en 1837 y alberga en su interior obras de artes que van desde siglo IV -como ese tesoro de la escultura llamado El León de Bocairent-, hasta el siglo XX. Por su parte, el IVAM abrió sus puertas en el año 1989 con Carmen Alborch –recientemente fallecida– como directora, puesto en el que se mantuvo hasta 1993, «una etapa clave de su historia». El centro quiso concentrar sus fuerzas en las manifestaciones artísticas de los siglos XX y XXI; en la actualidad sus fondos superan las 10.000 obras).

Desde este mes de noviembre y hasta el 20 de enero del próximo año ambos museos se unen en un particular y muy especial viaje a través de sus colecciones que quiere mostrar "cómo las creaciones de los siglos XX y XXI recuperan los géneros clásicos de la pintura a través del bodegón, el retrato y el paisaje", dicen sus responsables.

De esta manera las obras de artistas tan dispares como Joaquín Sorolla, Pablo Picasso, Manolo Valdés, Antonio Muñoz Degraín, Francisco Ribalta, Julio González o Eduardo Chillida conviven juntas durante unas semanas para establecer un diálogo entre distintas épocas y dejar constancia que "la creación artística es producto de un continuum en el que el presente se alimenta del pasado y el pasado puede adquirir nuevas lecturas como consecuencia de la confrontación con obras más recientes".

Bajo el título Teníamos todo a nuestro favor, la exposición traslada un total de 66 obras de 24 artistas desde la calle Guillem de Castro donde se encuentra la sede del IVAM hasta la de San Pío V para encontrarse con otros 36 creadores con 'residencia' en el Bellas Artes valenciano.

La muestra toma su nombre de una cita del diario del primer viaje del Capitán Cook en 1769 al océano Pacífico que dice "Teníamos a nuestro favor todo lo que pudiéramos desear para observar el paisaje completo del planeta Venus desde la órbita del sol", que a su vez fue escogida por los artistas Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen para dar forma a la pieza escultórica Bottle of Notes (1989-1990). Con ella se abre la exposición y se encuentra en esta primera sala con las marinas de Antonio Muñoz Degraín, Pedro Ferrer Calatayud y Salvador Abril, miembros de la escuela marinista valenciana (considerada una de las más importantes de España).

Los platos de cerámica dorada y de Talavera y las cruces románicas y góticas sacras comparten espacio con creaciones de André Derain, Eduardo Chillida, Julio González, Pablo Picasso y Esteban Vicente; y los impresionantes retablos del siglo XV se confunden con piezas que se inspiran en este formato como los Pecados Capitales de Ana Peter o el American Soviet Array III de Robert Rauschenberg.

El Salvador Eucarístico del pintor renacentista Joan de Joanes contempla el minimalismo, la luz y la sencillez del Aro de Oro de Juan Navarro Baldeweg, junto a las pinturas manieristas de Nicolás Borrás, Miguel Joan Porta o Juan Sariñena se instala El Panfleto del Equipo Crónica que recuerda, por formato, a los trípticos antiguos; y los paisajes de Dieter Roth y Gerhard Richter se unen al detallismo en la vegetación, las flores y las briznas de hierba de la pintura paisajística italiana y flamenca.

Los espectadores se sorprenderán con curiosas asociaciones como las de dos crucifixiones de Joan Ribalta y Francisco Ribalta con la obra Nails del pionero del arte pop James Rosenquist protagonizada por unos sencillos clavos pintados en colores primarios; o la de La noche de Equipo Realidad, que muestra los luminosos anuncios del Picaddilly Circus londinense; y Perro II de Manolo Valdés con el tenebrismo de Ribalta y Jacinto de Espinosa, o el retrato Kopf Der Judith de Markus Lupertz (uno de los pocos retratos de esta selección del IVAM) junto a los del maestro Sorolla.