Marta Flich: "Cada vez que abro la boca sé que voy a ofender a alguien"

La economista, actriz y humorista Marta Flich, en una imagen promocional de 'Roast Battle'.
La economista, actriz y humorista Marta Flich, en una imagen promocional de 'Roast Battle'.
COMEDY CENTRAL
La economista, actriz y humorista Marta Flich, en una imagen promocional de 'Roast Battle'.

Es licenciada en Economía e hizo un máster (pero de verdad) en Comercio Internacional por la Universidad de Delaware, pero acabó estando donde su forma de ver la vida encajaba: en un escenario, como actriz, humorista, guionista o presentadora.

Marta Flich necesitaba ser creativa y sacar esa sorna y sentido del humor que llevaba dentro. Vídeos analizando la economía con retranca y diversos trabajos de interpretación y comedia la han convertido en juez de cómicos en Roast Battle, el nuevo programa de Comedy Central (desde el 23 de octubre a las 22.45 h).

¿Qué es 'Roast Battle'?

Es el humor basado en los golpes más bajos que te puedas imaginar, es destruir los límites del humor para poder hacer chistes con todo, sin restricción. Está en las antípodas de lo que últimamente estamos viviendo en el humor, que pasaba por la autocensura en muchos casos. Es un ejercicio de higiene mental humorística. Estamos tratando con unos códigos en los que todos sabemos que el humor va a ser así de bestia. Es una especie de humillación por turnos de dos humoristas.

¿Todo el mundo entiende eso y nadie se enfada?

No es agradable, pese a saberlo, porque te están diciendo muchas veces verdades y piensas "esto no me gusta de mi y me lo acaban de decir". Pero es como una cura de humildad y es bien recibido y lo pasamos genial.

¿Quién le ha sorprendido?

Echenique, sin ninguna duda. Y me encantó la batalla de Berto y Broncano, salieron de su zona de confort y fue maravilloso verlo. Los humoristas tienen el cuerpo más acostumbrado a estos ejercicios porque es su ejercicio, pero los actores, o Echenique no tenían nada que envidiar en la puesta en escena a lo que hicimos el resto de humoristas, aunque para ellos seguro que fue más sencillo.

¿El humor se entrena o se nace con él?

Es una mezcla de ambas cosas. Es una cosa innata y desde pequeños jugamos, nos gustan las metáforas, rompemos la literalidad... se tiene dentro, pero es un oficio y un instrumento que se va afinando con el tiempo.

¿Son malos tiempos para el humor irreverente?

Lo son en cuanto que hay autocensura, pero sí que es verdad que están metiendo en la cárcel a humoristas y cantantes. La ficción la llevan a verdad y te juzgan por eso. Por ahí se ha notado al hacer humor transgresor. Pero por otro lado basta que digas que algo no se puede hacer para que nos inventemos la fórmula para poderlo hacer.

¿Vivimos en un país de 'ofendiditos'?

Vivimos en un país en el que se está simplificando demasiado el pensamiento y eso no es bueno. El humor se basa en la metáfora y si no se entiende es un problema. Además eso choca cuando se piensa en ceros y unos: o es ésto o es lo otro, estás conmigo o contra mí. Eso siempre le pasa a personas con falta de recursos intelectuales. Se notan los recortes en educación. Cada vez que abro la boca sé que voy a ofender a alguien, así que hay que trascender a eso y pensar "que se ofenda quien quiera". También depende de cómo se ponderan las cosas, por ejemplo en los medios de comunicación. A veces comportamientos anómalos o residuales, por interesantes o por ser contenidos chulos se elevan a categoría de generalidad y se les da más importancia.

¿Hizo su máster en Delaware?

Lo pagué, lo hice... y tanto. Y presencial que era.

Iba para persona importante, influyente... ¿qué salió mal?

(Risas) Cuando empecé a trabajar como economista estaba en un lugar de comercio internacional y me sentía muy cómoda pero luego comencé a trabajar en banca y me sentía como si me apretara el zapato, no sentía que era un mundo en el que yo estuviera cómoda. Pero no por el contenido, sino por el entorno, la forma en que vivía la vida. Me parecía que tenía que meter un poco de creatividad en todo aquello, algo de comunicación. Y claro, todo salió mal (risas).

¿Fue porque tenía ética?

Estamos ironizando, porque no salió mal, salió bien, porque soy feliz y me dedico a lo que quiero y me pagan por ello. Buscar la verdad, ser buena persona, coherente y no transigir con las injusticias me han traído al lugar en el que estoy y eso es bonito.

Licenciada en Economía, toca el piano, ha estudiado canto, es actriz, humorista... ¿Es para humillar a los demás?

Yo digo que hago todo eso, pero jamás dije que lo haga bien (risas). Lo de la música empecé de pequeña, a los siete años y es una cosa que hago como Aznar, en la intimidad. Es una cosa que no me apetece enseñarle al mundo, es algo más privado.

La política hace mucho intrusismo en el mundo del humor.

Desgraciadamente. Estamos llegando a unos niveles que hacen humor por contraste, por ridículo, pero en realidad es un tema muy serio, porque están tergiversando y mintiendo, con discursos muy agresivos y eso acaba calando en la sociedad y desvirtuando la realidad y los problemas y necesidades reales. Hay que señalarles, reírnos, pero que no nos tomen por gilipollas.

¿Debería enseñarse más economía en los colegios?

Yo soy muy fan y siempre he dicho que falta cultura financiera. Hasta que no trabajé en banca, y eso que ya me había licenciado, realmente no tuve la cultura financiera necesaria para el día a día. Y los conceptos de usuario sobre eso deberíamos tenerlos todos, pero a lo mejor no interesa.

¿Cuál es su chiste o chascarrillo preferido?

Me encanta el humor absurdo: Uno que va al oftalmólogo y le dice "Es usted miope". Y dice el otro "no, no, yo no soy su ope para nada".

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