Aunque a los niños pequeños les siguen asustando los vampiros, los adultos tienen una imagen muy distinta de estos seres. A menudo el cine los ha presentado como atormentadas, elegantes y sofisticadas almas que vagan en un mundo que no es el suyo. Sin embargo, durante siglos han formado parte de las leyendas más horrendas de distintas culturas populares.

Ahora, el director David Slade (Hard Candy) ha decidido, junto a Sam Raimi (Posesión infernal), volver a presentar a estos chupasangres como esos terroríficos seres tan temidos en el pasado. Para ello, han adaptado las novelas gráficas creadas por Steve Niles y Ben Templesmith. En ellas, como en la película, los vampiros son auténticas máquinas devoradoras de humanos.

Objetivo: evitar el sol

La historia se centra en una pequeña población de Alaska, que durante el verano pasa un mes entero sumergida en una fría oscuridad. Con la luz del sol como único enemigo, los vampiros deciden trasladarse allí para darse un festín a costa de todos sus habitantes. El sheriff local intentará salvaguardar a sus vecinos.

Los autores querían que los monstruos mantuviesen un aspecto humano pero con pequeños detalles que los hicieran diferentes. Para recrearlos se utilizaron pequeñas prótesis creadas por Weta Workshop, los autores del maquillaje de El Señor de los Anillos.

Del cine al cómic y viceversa

La historia original de la película parte de un guión cinematográfico de Steve Niles que no llegó a ser rodado. Tras algún que otro rechazo consiguió editarlo como cómic en 2002, con ilustraciones de Ben Templesmith. La publicación fue todo un éxito y ahora, ironías de la vida, la historia vuelve al formato para el que fue creada.

* EE UU, 2007. Dir.: David Slade. Int.: J. Hartnett, Melissa George, Danny Huston. Dur.: 113 min.