Un policía acusado de homicidio defiende que su arma se disparó accidentalmente

  • Reconoce que siempre había utilizado el arma para amedrentar.
  • Solicitan un año y ocho meses por "homicidio imprudente".
  • Las acusaciones defienden que limpió el escenario de los hechos.

Amador López era un delincuente habitual de la Comisaría de Usera, con cerca de 14 antecedentes delictivos, hasta que un tiro supuestamente accidental a manos de un inspector del Cuerpo Nacional de Policía acabó con su vida la noche del 11 de julio de 2003.

El agente acusado del presunto homicidio imprudente defendió hoy durante su declaración en el juicio que su arma reglamentaria, una parabellum de 9 milímetros, se disparó de manera "involuntaria" durante un forcejeo con la víctima y aseveró que "nunca jamás" apretó el gatillo de la pistola.

La Fiscalía de Madrid solicita para José Manuel L.R., de 33 años, un año y ocho meses de prisión por un delito de homicidio imprudente, penado como máximo con cuatro años de cárcel, en concepto de autor y una indemnización que suma 156.000 euros para los padres del fallecido, siendo responsable civil el Estado. Según el fiscal, hay "dudas razonables" de que el suceso fuera como relata el procesado.

El arma se hubiera disparado sola si el procesado hubiera golpeado al hombre con la punta del cañón
Aunque apuntó que conoce las instrucciones de la Policía a la hora de utilizar el arma reglamentaria en última instancia, José Manuel L.R. admitió que en años que lleva en el Cuerpo "siempre" la ha
utilizado para amedrentar cuando lo creía "oportuno". "En este caso, era oportuno por el peligro que conllevaba. Cuando hay peligro se saca el arma", apostilló.

Ahora, los magistrados tendrán que dilucidar si el disparo se produjo de
manera accidental o intencionada. Los compañeros del procesado testificaron que después de que se produjeran los hechos éste les comentó que el arma se disparó sola. "El compañero estaba pálido y con la
cara desencajada. Nos dijo que el disparo fue accidental", contó uno de los agentes.

Por su parte, las acusaciones defienden que José Manuel L.R.
limpió el escenario de los hechos, puesto que se encontró una vaina a unos 20 metros de donde se produjo el tiro. Frente a ello, el procesado argumentó que el casquillo del disparo se quedó dentro de la recámara y un compañero certificó que al escuchar la detonación pegó dos tiros intimidatorios al aire, por lo que la citada vaina podría venir de esos disparos.
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