Casi dos días de comeduras de coco hasta encontrar la manera de salvar a Moro. Así se llama el gato que quedó atrapado dentro de un pequeño hueco de un garaje, en un hoyo a siete metros de profundidad. El animal fue rescatado la semana pasada.
«Al principio intentamos que entrara en una jaula- trampa atada a una cuerda, pero se escondía en un hueco de la pared cada vez que escuchaba ruidos o veía movimiento», explica Nacho Paunero, presidente de El Refugio. Finalmente «decidimos que estuviera el miércoles entero sin comer y el jueves bajamos la jaula con comida... Después de casi veinte horas, el gatito entró y pudimos sacarlo del agujero. Fue un rescate muy largo y duro».
Extraños maullidos
Moro le debe la vida a una vecina de Valdemoro, que llevaba más de una semana escuchando ruidos que salían del interior del muro del garaje de una casa. Extrañada, decidió subirse a una escalera y mirar por el tragaluz de la pared, de más de tres metros de altura. El sonido que salía de la pared eran los maullidos felinos.
Comida a domicilio
Al ser imposible llegar hasta el gato, la mujer que lo encontró fabricó un artilugio, con dos pequeñas cubetas de plástico atadas a una cuerda de esparto, para dar de comer al animal. Uno de los recipientes lo llenaba de agua y el otro de comida. Así pudo alimentar a Moro durante más de dos semanas, hasta que lo rescataron, lo que permitió al gato sobrevivir durante tantos días en esas condiciones tan precarias. Hoy, Moro está a salvo y en perfecto estado de salud.
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