Se levantan a las mil, van a la facultad sin desayunar, están muertos de hambre y empiezan a picar pintxos, bollos y regalices. Esto no es bueno para la salud. La antropóloga Amaia Irazusta ha defendido una tesis en la UPV que analiza los hábitos de alimentación del alumnado universitario.

En el estudio han participado 400 alumnos de 18 a 25 años. Irazusta ha comprobado que aquellos jóvenes que improvisan su comida en el campus están peor alimentados. "Abusan de alimentos con muchas grasas, chocolates, bollería industrial...", explica.

Eso sí, advierte de que aquéllos que comen un menú en el comedor están tan bien alimentados como en casa. Y por cierto, "un bocadillo hecho en casa es saludable", matiza. Lo que ocurre es que eso da pereza, y cada vez menos chavales se toman la molestia.

En términos generales, la tesis ha detectado que los universitarios toman demasiadas grasas, provenientes de la bollería industrial y las carnes. Esto acarrea obesidad y complicaciones a largo plazo. "El exceso de grasa es un factor de riesgo para sufrir cáncer de mama", explica Irazusta.

Ella da un consejo claro y efectivo: "La salud de los universitarios mejoraría enormemente si sustituyeran la comida de las máquinas como bollos o chucherías, por piezas de fruta o frutos secos".

Según su tesis, las chicas cuidan más su nutrición. Comen más fruta y verdura. Pero Irazusta advierte: "Eso de comer sólo una ensalada y luego picar cosas a media tarde no es sano".

Y al contrario de la sensación general, los universitarios que viven fuera de casa de sus padres no comen peor, según el estudio.