Las incógnitas del 17-A: luces y sombras de una larga investigación que un año después sigue dejando dudas

La mezquita Islámica Annour de Ripoll.
La mezquita Islámica Annour de Ripoll.
ROBIN TOWNSEND / EFE
La mezquita Islámica Annour de Ripoll.

La Sagrada Familia, el Camp Nou, zonas masificadas de la ciudad. Sembar el terror. Más del que generaron. Mucho más. Ese era el verdadero objetivo de la célula que hace un año perpetró uno de los peores atentados en España en toda la historia. Su plan no salió como esperaban, y aún así acabaron con la vida de quince personas.

Con toda la ciudad en alerta, los ataques en Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017 pusieron en jaque el trabajo de los Mossos de Esquadra y de la Policía Nacional, que todavía hoy siguen intentando despejar algunas incógnitas derivadas de la investigación. El proceso, complejo y eterno, les ha valido críticas sobre el cómo y el cuando. Y todavía no se ha respondido la gran pregunta: ¿se pudieron haber evitado los atentados?

El análisis de la investigación debe iniciarse horas antes del ataque de las Ramblas. Concretamente en Alcanar. Ese es el primero de los errores cometidos por los cuerpos policiales: los agentes desplazados a la casa comunicaron en un primer momento que se trataba de un laboratorio de drogas clandestino. Nada les hizo presagiar que lo que allí se preparaba era un atentado yihadista.

Pero tuvo que ser un fallo de los terroristas el que desencadenase una investigación que llegó tarde: no se pudieron frenar los atentados a pesar de que la célula yihadista llevaba meses preparándose. Tanto es así, que se habían instalado en la vivienda en abril. En esa detonación accidental murieron Youssef Aalla y el imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty, que resultó ser el cabecilla del grupo, y la figura más importante dentro de la investigación.

La figura del imán: reincidente y peligroso

En torno a la figura precisamente de Es Satty se dieron quizás los mayores errores a lo largo de la investigación. Tanto es así que recientemente los propios Mossos reconocieron la ineficacia en su seguimiento. Hubo un fallo de transcripción o de consulta informática, en el informe enviado a la Audiencia Nacional cuatro días después del 17-A asegurando que no les constaba ningún antecedente del imán, porque los conocían desde el primer momento.

Los Mossos, según estas fuentes, tenían constancia desde el primer momento de que Es Satty tenía un antecedente por tráfico de drogas en 2010. De hecho, tras la explosión de la casa de Alcanar en la que la célula preparaba los explosivos -y en la que falleció Es Satty-, los Mossos localizaron documentación con datos del imán, por lo que los investigadores comprobaron su identidad y tuvieron conocimiento desde el primer momento de que le constaba un único antecedente por salud pública, hace ahora ocho años.

A pesar de estos datos, el imán en ningún momento tuvo un seguimiento especial como potencial captador de terroristas, que es lo que finalmente resultó ser. La cabeza pensante, eso sí, no llegó a a ver cómo sus 'pupilos' perpetraban los atentados primero a lo largo de la Rambla y horas después en el paseo marítimo de Cambrils.

Tampoco se libró de ser foco de la investigación el Ayuntamiento de Barcelona. El equipo de Ada Colau no siguió las recomendaciones de Interior, y alegó que no podían colocarse en todos los puntos de afluencia masiva de la ciudad, algo que sí se llegó a hacer después de los ataques (no solo en Barcelona). Los expertos ya avisaron de que era una medida eficaz para impedir atropellos masivos. Este fue uno de los puntos de mayores críticas a lo largo de la investigación.

Caída de Abouyaaqoub

Donde sí acertó de pleno la planificación de los cuerpos policiales fue en la caída del conductor de la furgonenta, Younes Abouyaaqoub. El aviso de una vecina de Subirats permitió a los agentes dar con el terrorista, y en cuestión de minutos el depliegue fue pleno.

Abouyaaqoub acabó siendo abatido, después de mostrar un falso cinturón de explosivos. Con su muerte, se dio por desarticulada la célula que planificó los atentados, con un total de doce personas.

De esta forma se daba continuación a los aciertos en la operación para frenar el ataque de Cambrils. Allí, cinco integrantes del grupo fueron también abatidos tras recorrer el paseo marítimo y acabar con la vida de una persona.

Mala comunicación con la CIA

Pero como se ha ido viendo, los investigadores alternaron a lo largo de todos estos meses aciertos y errores casi a partes iguales. Una de las últimas informaciones que se han manejado es que la CIA ya había avisado a los Mossos de la posibilidad de un atentado yihadista en Cataluña.

A finales de mayo de 2017, los Mossos, la Policía Nacional, la Guardia Civil y el CNI recibieron el mensaje que avisaba del riesgo de atentado en lugares turísticos de Barcelona, con mención especial a la Rambla. No le dieron veracidad y por tanto no tomaron precauciones concretas para evitar los ataques.

Esta información salió a la luz hace pocos días, toda vez que el juez Fernando Andreu levantó parcialmente el secreto de sumario del caso. Se manejaron informaciones tanto antes como después de los atentados, pero su gestión no fue siempre correcta.

A pesar de que la desarticulación de la célula terrista fue relativamente rápida (se tardó menos de una semana), lo cierto es que se habían dejado cabos sueltos: desde obviar detalles en la explosión de Alcanar, pasando por desoir los consejos internacionales, hasta dejar sin vigilancia al imán de Ripoll, cuando había dejado indicios de ser un individuo peligroso.

Un año después se han conocido los planes de los terroristas: atacar monumentos y hacerlo "con vuestro dinero". Y no cumplieron su palabra del todo. La masacre no fue la planeada, pero no por ello dejó de ser dantesca. Y la investigación y gestión de la misma ha ido dejando luces y sombras sin haber llegado a su fin.

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