Los ciudadanos europeos que viven en un Estado miembro diferente al suyo registraron en 2017 una tasa de empleo del 75,4%, superior a la de las personas que residen en su país de origen, que fue del 73%, informó la oficina europea de estadística europea Eurostat.
La tasa de empleo de inmigrantes nacidos fuera de la Unión Europea fue, sin embargo, del 63%.
En España, la población nativa registró una tasa de empleo del 66% en 2017, mientras para que los europeos de otro Estado miembro fue del 66,5% y para los ciudadanos nacidos en terceros países se situó en 61,6%.
Los ciudadanos nacidos fuera de los Veintiocho registraron las tasas de empleo más elevadas en la República Checa (79,4%), Rumanía, (76,3%), Portugal (74,5%) y Polonia (73%), mientras que para inmigrantes europeos las más elevadas se dieron en Reino Unido, (83,6%), Portugal (82,7%), Suecia (80,7%) y Estonia (80,2%).
La población nativa, por su parte, tuvo en 2017 una tasa de empleo mayor en Suecia (85,5%), Alemania (81,6%) y Holanda (80,5%).
Las tasas más reducidas se dieron en Grecia para la población nativa (58,1%) y para los inmigrantes europeos (56,1%), mientras que los procedentes de fuera de la UE registraron la tasa más baja de empleo en Bélgica (52%).
Las diferencias más acusadas entre la tasa de paro de inmigrantes extracomunitarios y ciudadanos nativos o europeos se dieron en Bélgica (52% para personas de terceros países frente a 71% para nativos), Holanda, (59,9 % frente a 80,5%) y Suecia (66,2% frente a 85,5%).
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