Los hechos se remontan a mayo del 2005 cuando a un recién nacido en el hospital de Son Llàtzer de Palma se le tuvo que ingresar en la unidad de neonatos por el elevado riesgo que existía para su supervivencia. El bebé presentaba un cuadro de posible adicción a los opiáceos y tenía un gran peligro de sufrir síndrome de abstinencia y problemas de depresión neonatal a consecuencia de dicha relación con las drogas.

La madre del niño le había transmitido durante el embarazo esa adicción a la heroína y a otras sustancias estupefacientes. De hecho, los análisis efectuados en la orina del pequeño detectaron rastros de heroína y de tranquilizantes.

Ante el serio cuadro que presentaba el recién nacido, los médicos del hospital dieron la voz de alarma y contactaron con los servicios sociales del Consell. Apenas cuatro días después del ingreso del pequeño en la unidad de neonatos, el Institut de Serveis Socials de Mallorca lo declaró en situación de desamparo y adoptó las primeras medidas para su protección.

De hecho, la Administración ya asumió desde ese día la tutela cautelar del niño. Los médicos de Son Llàtzer consiguieron sacar adelante al pequeño y, al cabo de seis meses, el Institut decidió cederlo en régimen de acogimiento a una familia, que, a la postre, sería la adoptante.

Una vez descartados los padres -la madre admitió su incapacidad y el padre no apareció en todo el proceso-, los servicios sociales estudiaron a otros familiares para que se hicieran cargo del bebé temporalmente. Finalmente, la solución que se estimó mas adecuada fue el acogimiento en régimen de preadopción por otra familia.

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