Carminho: "Con Pablo Alborán fue amor a primera vista"

  • En el VIII Festival Internacional de Fado de Madrid arranca este viernes y se podrá escuchar a Carminho, Mísia y Katia Guerreiro.
La cantante de fado Carminho.
La cantante de fado Carminho.
JORGE PARÍS
La cantante de fado Carminho.

El VIII Festival Internacional de Fado de Madrid se celebrará en el Teatro Nuevo Apolo a partir de este viernes 22 de junio. La cantante Mísia será la encargada de arrancar el festival con un concierto el viernes (20.30 h, Teatro Nuevo Apolo de Madrid).

En la edición de este año, la programación estará centrada en la temática El fado de puertas afuera, como muestra de la internacionalización del género y también programará masterclass y conferencias. El sábado 23 de junio cantará Katia Guerreiro y el 24, Carminho, artista con la que ha hablado 20minutos.es sobre este género.

¿Qué es el Fado?

Es un lenguaje, no sólo musical. Es una forma de vivir. Tradicional e históricamente surgió en los barrios más pobres de Lisboa, donde vivían prostitutas, marineros... es una expresión urbana. Surgió para compartir su sentimiento, para sobrevivir, para expresar sus dolores, lo que pasaba en sus vidas, el día a día y también lo que había en su alma.

¿Y qué había?

Creo que era gente que para no tener llorar delante de los demás usaban el fado para expresar su dolor sin exponerse. Había canciones de amor, de desafío...

Y era espontáneo...

Es una misma familia, pero con muchos estilos vocales y de tocar. Es un tipo de música que no se puede estudiar. No hay un manual para aprender a hacerlo. Hay que ir a una Casa de Fados a escuchar a los mayores, a los que tienen más experiencia.

¿Hay un fado moderno?

La matriz se ha ido repitiendo, pero a la luz de la época. Como canción urbana está viva y se va transformando con la sociedad. Para entenderlo, es como el flamenco, con el que se pueden hacer muchas fusiones, pero también hay un flamenco tradicional que también es un flamenco de hoy. No es un flamenco de hace 50 años.

¿Es siempre melancólico el fado?

No, siempre, pero la melancolía es la cosa más bonita del fado.

¿Para emocionar hay que emocionarse?

No emocionarse, pero hay que creerlo, ser verdadero. Si cantas algo que no entiendes o que no sientes. Puedo cantar el fado de otra cantante, pero si no entiendo hasta la última coma de lo que dice difícilmente voy a ser creíble.

¿Recuerda la primera vez que fue consciente de estar oyendo un fado?

Me acuerdo, pero es casi como una memoria de delante a atrás, porque escucho fado desde que estaba en la barriga de mi madre, ya fuera cantado por ella o por otros. Vivíamos en el sur de Portugal, en el Algarbe. Allí no hay casas de fado así que mi madre organizaba noches de fado en su casa. Y ya con 3 o 4 años tengo fotos en pijama, junto a mi padre, escuchando. Fue como aprender una lengua, como hablar portugués.

¿Le habría dado un disgusto a sus padres si hubiera cantado pop?

No, porque ellos son muy liberales. Les encanta que yo cante fado, pero tengo un hermano que hace pop y otro que hace otros estilos... somos diferentes.

¿Qué canta Carminho cuando se cansa un poco del fado?

Nunca me canso (risas). Pero claro que no estoy siempre cantando fado, escucho todo tipo de música. No creo que haya géneros elegibles. Hay música que me gusta, que pienso que está bien hecha. No hay mucha música que no me gusta, pero alguna hay.

Su paisano Salvador Sobral ha sido muy crítico con ciertos tipos de música, ¿comparte su opinión?

No estoy del todo segura lo que él ha dicho, pero sé que tiene una intención de llamar la atención sobre la música que no es comercial. Porque la música comercial tiene una fórmula, una que funciona y entonces se repite y se repite y una cosa así puede derivar en irse a lo fácil, al sonido al que la gente está acostumbrada, a ir siempre por el camino más fácil. Tiene que haber un espacio en los concursos, en los programas de televisión, en los lugares públicos, de que la gente pueda escoger otras cosas, democratizar la música.

¿Se puede vivir del fado?

Yo vivo del fado y hay mucha gente que vive de él desde hace muchos años. No es como si eres mainstream, pero yo tampoco quiero ser mainstream. Soy muy feliz con el trabajo que tengo. Lo que sí hay es muy pocos en el fado que lleguen a un público internacional, a nuevos oyentes, a un público nuevo.

¿Tendría sentido el fado en un gran estadio?

No creo que lleguemos a eso... (risas). Si llega es porque el repertorio del artista de ese estadio no tiene muchos fados. Es la naturaleza de las cosas, no hay que forzarlo. Es como hacer que un elefante pase por debajo de la puerta. El fado es muy fuerte porque simboliza una verdad y es muy tentador mezclarlo y hacerlo pasar por lo que no es.

¿Tiene público joven el fado?

Sí, y no sólo gente que lo escucha, sino gente que quiere aprenderlo, tocarlo, cantarlo. La música tradicional siempre va a tener puristas y quienes hacen fusiones y los dos palos son importantes para reflejar lo que siente el pueblo.

Es esperanzador que eso ocurra...

Sí, es bonito porque Portugal vive un momento especial, en el que salimos de una crisis muy fuerte que quizá ha despertado en los jóvenes la identidad de su país, las cosas que nos distinguen como país único y diferente y ahí han encontrado una fuerza. Han comprendido que no es necesario competir con EE UU, con Inglaterra, ni quizá con España queriendo ser iguales, que hay que apostar por nuestra diferencia, lo que nos hace especiales. Y así han surgido muchas pequeñas iniciativas y empresas que están haciendo las cosas bien con las tradiciones, con la gastronomía, los tejidos, el fado, el cante alentejano... todo eso ha hecho que la voluntad de ser portugués sea más fuerte y ahora muchos jóvenes consideran que el fado es cool, una forma de crecer intelectualmente.

¿Cómo ha sido su experiencia con Pablo Alborán? ¿Esperaba esta repercusión?

No, porque cuando él me llamó yo no le conocía (risas). Pero es que Pablo ha tenido una ascensión como pocos han tenido. Cuando me llamó en 2011 sólo llevaba 4 meses de carrera y un disco. Y era tanta la demanda que la editorial le pidió otro disco y ahí fue cuando me invitó.

¿Le dijo porqué se fijó en usted?

Me dijo que lo vio como una identificación de estilos. Él hace lo que siente, es muy libre. Podía tener la colaboración que él quisiera, de cualquier artista, y de hecho los tuvo. Elegir a una cantante portuguesa de fado no era una elección muy obvia. Y lo hizo porque se parecía a lo que él sentía, porque tenemos mucho en común. Fue un amor a primera vista y nuestras voces encajaban de una forma preciosa. Había una química muy grande y por eso hemos hecho un segundo dueto.

¿Cómo ve la relación entre España y Portugal?

No nos relacionamos tanto como deberíamos... por eso el trabajo con Pablo se puede valorar no sólo en lo musical. Las relaciones diplomáticas y las personales entre España y Portugal están bien, hay muchas cosas. Pero culturalmente quizá había que demostrar que queremos estar juntos, no de espaldas. Tenemos que trabajar mucho para unirnos más. España es muy grande y consume sus propios recursos y productos.

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