Las empresas madrileñas discriminan a 240.000 enfermos crónicos

  • El 30% de los diabéticos, asmáticos y portadores del virus del sida tienen problemas para conseguir un contrato.
  • Muchos ocultan sus dolencias por miedo a represalias.
  • Hace unas semanas, una mujer fue rechazada para trabajar en el metro por haber padecido cáncer de mama.
José A. Carrillo (drcha) y Sebastián Ruiz. (FOTO: J. PARÍS)
José A. Carrillo (drcha) y Sebastián Ruiz. (FOTO: J. PARÍS)
JORGE PARÍS
José A. Carrillo (drcha) y Sebastián Ruiz. (FOTO: J. PARÍS)

Están preparados, saben idiomas, aprueban oposiciones y superan procesos de selección, pero no consiguen el trabajo. Son unas 240.000 personas (el 30% de los enfermos crónicos de la comunidad en edad de trabajar) las que sufren discriminación laboral, según datos de asociaciones de afectados por distintas patologías.

El problema se puso sobre el tapete hace dos semanas, cuando una mujer que había padecido cáncer de mama fue rechazada para trabajar en Metro ante el riesgo de que su enfermedad pudiera volver a reproducirse. Hubo tanto revuelo que la Comunidad le pidió disculpas. Pero el suyo no es un problema aislado.

Diabéticos, asmáticos, enfermos oncológicos, portadores del VIH e infectados de hepatitis C denuncian que son vetados por las empresas por «motivos absurdos». "Hay desconocimiento, porque un diabético está preparado en caso de marearse", explica Pedro García, presidente de la Asociación de Diabéticos Ademadrid.

El Ventolín, bien oculto

Muchos ocultan la enfermedad. «Los seropositivos no denuncian por miedo a represalias», se lamenta Ana Burgos, de Apoyo Positivo. También los asmáticos se esconden. «Ninguno enseña el Ventolín y desconfían cuando estamos de baja», comenta Soledad Alonso, vicepresidenta de Asmamadrid. Amparo González, presidenta de la Asociación de Hepatitis C, dice que "los trabajadores piensan que por estar con un enfermo se contagian".

Caso aparte son los 45.000 celíacos (alérgicos al gluten). "No tenemos quejas", dice Manuela Márquez, presidenta de la Asociación de Celíacos. A petición propia no ejercen de "militares ni guardias civiles porque si son destinados no podrían comer".

VETADOS POR EL RECONOCIMIENTO MÉDICO

José A. Carrillo. Oficial de tornero, 45 años

"Metro no me cogió por el azúcar alto"

Pasó dos exámenes, uno teórico y otro práctico, y aun así, no obtuvo el puesto de ayudante de tornero para trabajar en Metro. "Tras una mañana entera haciéndome pruebas médicas, los resultados del azúcar me dieron altos", se lamenta José Antonio. "Da la casualidad que ese día, antes del reconocimiento, desayuné un nesquik y un cruasán y por eso me dio alta la glucosa". Después de mes y medio de espera, un telegrama de Metro le contestó que "no era apto para el puesto por una patología endocrino-metabólica". Ahora no puede recurrir "porque se me ha pasado el plazo y tampoco quiero meterme en follones legales".

Sebastián Ruiz. En paro, 28 años

"Sufrí discriminación en la EMT".

Tiene una cicatriz en la rodilla de una operación que tuvo «hace cuatro años tras romperme el menisco», cuenta Sebas. Al igual que José Antonio, él también pasó dos exámenes para poder ser conductor de autobús de la EMT. "En el reconocimiento médico me vieron la marca en la rodilla y me dijeron que me tenía que hacer una resonancia; al día siguiente me dijeron que no valía para el puesto". Según Sebas, la EMT le dijo que pensaban "que los problemas en la pierna se me podrían reproducir». Ahora ha puesto el caso en manos de los abogados por lo que considera «una discriminación".

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