Un debut brutal el de A. J. Finn con su primera novela, La mujer en la ventana (Grijalbo), que nada más publicarse se situó en el número 1 de The New York Times y antes de ser editada ya habían sido comprados los derechos por Fox para su adaptación cinematográfica (en cines el próximo otoño).

Tan brutal el arranque de esta obra como la historia del neoyorquino Daniel Mallory, el verdadero nombre de su autor. Tras quince años de depresión, un médico dio con lo que de verdad le ocurría: es bipolar.

Le cambiaron la medicación y Mallory empezó a hacer algo más que sobrevivir. Había vivido con el diagnóstico equivocado quince años y cuando dieron, en una prueba que no le habían hecho antes, con lo que de verdad le ocurría, decidió que quería y necesitaba escribir sobre la enfermedad que sufre.

"No quería hacer una novela sobre la depresión" y, desde luego, si algo no es La mujer en la ventana es una escritura de catarsis y depresiones. Eso sí: la mujer que la protagoniza está trazada por quien conoce muy de cerca los demonios de la mente.

Anna Fox, la protagonista de este intencionado homenaje a La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock), es una psicóloga que tiene agorafobia y vive por ello enclaustrada, bebiendo vino en busca de un mínimo de evasión y espiando a sus vecinos por la ventana.

Encerrada por fuera y por dentro, los recuerdos de su vida anterior con su ex y su hija Olivia en una mansión no dan tregua a su torturada mente. Así vive en un piso desde el que puede observar sin ser, o eso cree, vista.

El centro de la trama lo da la visión del día a día de una pareja nueva en el barrio. Anna cree ver o ve algo que va a cambiarlo todo y, si la desesperanza era ya un fantasma en su existencia, desde ese momento se convierte en un personaje más.

El escritor no es Anna, pero tiene tanto de él que no puede negar que en ella hay mucho de su vida. Es mujer porque fue la manera que encontró de no caer en la tentación de calcarse a sí mismo.

Editor, pues a ello se dedicaba antes de este estreno como autor, se nota el nivel de exigencia en cada una de las palabras, perfectamente elegidas, de la novela. Crítica y público han estado de acuerdo y se han dado la mano en un brindis correcto, no al sol, por una obra que merece estar entre las manos de aquellos que saben leer y quieren literatura de la que respeta y no miente.

Atrapa La mujer en la ventana y lo hace sin trampas y sin fuegos artificiales, una hazaña que hoy vale tanto como una buena reedición de una novela de Galdós. Imposible no quedar entre atrapado y maravillado por esta prosa y la historia. Maravillosamente tortuosa y agónica.