La guerra de Siria, que hace más de siete años que dura, ha causado el éxodo de 4,8 millones de habitantes, que en su mayoría se concentran en campos de refugiados en el Líbano, Turquía y Jordania, o que llevaron a cabo migraciones hacia Grecia o países del centro de Europa.

El área Internacional y de Cooperación del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) trabaja en diferentes programas para garantizar los derechos humanos de estas personas, ya sea con proyectos en Siria como en los países receptores de personas que huyen de Siria  en busca de una vida más digna.

Según describe Alfred Bosch, vicepresidente de esta área, al acabar el actual mandato del organismo se habrán destinado más de un millón de euros para los proyectos en estas zonas. «El AMB es un actor principal a la hora de ayudar a las personas refugiadas y proteger sus derechos», dice.

El plan director de Cooperación 2017-2019 estableció que el Mediterráneo oriental es la zona prioritaria para las actuaciones de esta área, donde las estrategias se dividen en dos vertientes: ayuda directa a los campamentos de refugiados y tareas de sostenibilidad ambiental, así como en el fortalecimiento de los gobiernos locales que acogen a personas refugiadas.

Desde 2015 a 2017 se destinaron 641.355 euros a 23 proyectos, y para ese año se espera que se aprueben como mínimo partidas por valor de 340.000 euros. El 42% de estos recursos se destinan al Líbano, país que acoge la cifra más grande de personas refugiadas, mediante programas de cooperación en Trípoli y en ciudades de las afueras, así como en Amoiun (en el norte del país). El 31% de los recursos destintados al Mediterráneo oriental se ejecutan en Siria, donde «es más difícil entrar y trabajar por su situación de guerra», precisa Bosch.

Le siguen las iniciativas organizadas en Grecia (como la de la isla de Lesbos), con un 17% de los recursos, las de Jordania (8%) y Turquía (2%).

En sus proyectos, el AMB desarrolla aquellas acciones en las que cuenta con una amplia experiencia, como tareas de urbanismo, mejora del espacio público, la gestión de residuos y la provisión de recursos hídricos (agua potable, alcantarillado...). La gestión de los residuos es uno de los campos clave, porque en los países vecinos a Siria «hubo ciudades que triplicaron su población, y se agravó el sistema de recolección y tratamiento», detalla María Peix, la responsable del servicio de Cooperación del AMB.

Entre los proyectos encarados por el AMB se encuentra el de Markbata, en las afueras de la ciudad de Trípoli, en el Líbano, donde el organismo supramunicipal trabaja al lado de Cruz Roja libanesa para mejorar las conediciones básicas del Campo 0039, para garantizar el derecho a tener un espacio habitable, seguro y saludable.

En este campo había tiendas con filtraciones y goteras, o bien desgastadas por las condiciones climáticas, en un ambiente donde se producían situaciones de inseguridad, donde el agua es un bien preciado por su alto precio para transportarla a un lugar sin un espacio comunitario y con condiciones deficientes de salubridad.

Con una partida de 68.826 euros, el AMB y Cruz Roja libanesa realizaron diferentes tareas como la instalación de 12 módulos prefabricados que reemplazaron diversas tiendas de campaña, se rehabilitaron las redes de saneamiento de los váteres, se llevaron a cabo clases de promoción de la higiene y se entregó una caja con equipos para atender emergencias y se distribuyeron siete extintores entre las familias.

También se trabajó en la mejora de los espacios públicos como la habilitación de un espacio infantil con juegos, la plantación de árboles y la colocación de bancos de madera.

En estas tareas participaron las personas refugiadas del campo, que hicieron trabajos para nivelar el terreno, ayudaron a implementar el sistema de drenaje de agua en los módulos y en la instalación de los juegos.

El AMB tiene la propuesta de reconocer a Aleppo, una de las ciudades más castigadas por la guerra en Siria, como «el municipio 37» del área metropolitana de Barcelona, detalla Bosch. El objetivo, indicó, es que esta urbe esté representada en todas las partidas y acciones que se emprendan, lo que implicará «tener un compromiso más fuerte con la ciudad», como dice Bosch.

El AMB implementa el programa que busca una mirada «local-global» en sus acciones. El programa Tenim Drets Teixim Llibertats se coordinó con municipios como Begues, Cervelló, La Palma de Cervelló, Molins de Rei, Montcada i Reixac, El Papiol, Sant Adrià de Besòs, Sant Climent de Llobregat, Santa Coloma de Cervelló y Torrelles de Llobregat.

Desde 2015, el AMB ha impulsado 23 proyectos para recuperar los derechos humanos de las personas refugiadas, destacando:

1.  Con Lesbos Solidarity (Grecia) 75 personas refugiadas y habitantes de la isla trabajan conjuntamente para reciclar chalecos salvavidas y los transforman en objetos con la colaboración de alumnos de escuelas de diseño e ingeniería del área metropolitana de Barcelona. Presupuesto: 51.4330 euros.

2. Kobane (Kurdistán sirio): 1.500 niños recibieron productos de primera necesidad, como leche y ropa de abrigo, mediante la Media Luna Kurda y la ONG Un Ponte Per... Allí también se trabaja en un proyecto de gestión del agua. Presupuesto: 32.142 euros.

3. Trípoli (Líbano): Los programas de mejora del tratamiento de residuos sólidos llega a 675.000 personas, con planes de gestión estratégica, dotación de equipos con apoyo de otras instituciones catalanas; organizados con la Mancomunitat de Municipis Al-Fayhaa y PNUD. Presupuesto: 60.000 euros.

4. Amioun (Líbano): Junto con la Cruz Roja Libanesa, 10.658 personas fueron beneficiarias de acciones de mejora en la gestión de residuos sólidos, con dotación de infraestructura  y equipamiento, y promoción de las capacidades técnicas del ayuntamiento. Presupuesto:81.576 euros.

5. Irbid y Mafraq (Jordania): Con el Fons Català de Cooperació en el Desenvolupament y MedCités se emprendió un plan de gestión de residuos, con una identificación de las intervenciones potenciales en clave de cooperación técnica y concertada. Presupuesto:15.000 euros.