La violencia machista ha dejado desde 2013 a 194 menores huérfanos y su pensión no alcanza los 200 euros. Los familiares que asumen la tutoría de los menores tienen que luchar para percibir las ayudas que les corresponden.

Paloma es la tutora de los tres hijos de su hermana. Los tres eran menores cuando su padre asesinó a su madre. Ella asegura que se sienten "abandonados". El duelo y la incompresión no es lo único que las familias de las víctimas tienen que afrontar. "Todo es a base de ir  tocando puertas, nadie viene a informarnos ni a ofrecernos nada", así explica Paloma las dificultades que tienen para percibir las ayudas que les corresponden a los niños huérfanos por violencia de género.

Muchas veces, asegura Paloma, sienten que están "mendigando" porque son ellos los que tienen que buscar y pedir las ayudas. "Mi economía no estaba pensada para una familia numerosa", asevera.

Además, el que fue marido y asesino de su hermana está ya en libertad provisional. Confiesa que es por esto por lo que no quiere dar su nombre completo ya que tiene "miedo" y siente "mucha rabia e indignación". La tutora de los menores huérfanos denuncia que "lo suyo sería que hubiese un departamento que se ocupe de las familias, que gestione las ayudas y nos facilite el trabajo".

De cubrir el vacío y abandono que denuncia Paloma por parte de las instituciones se encarga la Fundación Mujeres. A través de su Fondo de Becas Soledad Cazorla, la fundación se ocupa de dar un apoyo educativo, además de facilidades para el desarrollo personal y reparación del daño. Desde que inició su actividad ha dado 19 becas y más de 37.000 euros.

"Ellos nos buscaron a nosotros, desde el Instituto de la Mujer nos llamaron y nos informaron de que un fondo de becas estaba interesado en nosotros", asegura Paloma. La beca  consiste en una serie de ayudas escolares en las que se cubren tanto las clases extraescolares, como la atención psicológica.

Los hijos de la hermana de Paloma presenciaron todo: "Los niños  vieron a su madre ensangrentada cuando salió al patio de la casa para pedir auxilio".  El padre de sus hijos le quitó la vida y dejó huérfanos a un bebé de cinco meses y dos niños de 3 y 2 años que tuvieron que asumir el significado de la muerte y la falta de una madre.  En estos casos la ayuda de expertos y psicólogos es imprescindible.

Como también lo es, explica la tutora, contar que los maltratadores "tienen sus tácticas para pedir perdón llorando y conseguir que vuelvan con ellos".  El marido de su hermana tenía una orden de alejamiento, el perdón entre lágrimas consiguió que volvieran, pero no cambió nada. El mismo día que la mato, la víctima había acudido a la Guardia Civil. Ella quería denunciar, quería irse y llevarse a sus hijos, pero le dijeron que eso no podía hacerlo y le pidieron paciencia. Cuando volvió a casa, él había desaparecido con los niños. "Mi hermana se quedó esperando a que volvieran, y cuando volvió fue cuando la mató".