Javier Ambrossi: "Un profesor escribió en la pizarra que si eres gay vas al infierno"

  • 'Los Javis' estuvieron en el 'Chester' con Risto Mejide y repasaron su infancia, marcada por el bullying.
Javier Ambrossi y Javier Calvo, más conocidos como 'Los Javis', junto a Risto Mejide en el Chester.
Javier Ambrossi y Javier Calvo, más conocidos como 'Los Javis', junto a Risto Mejide en el Chester.
CUATRO
Javier Ambrossi y Javier Calvo, más conocidos como 'Los Javis', junto a Risto Mejide en el Chester.

El publicista y presentador Risto Mejide entrevistó este domingo en Chester (Cuatro) a los actores y directores Javier Ambrossi y Javier Calvo, más conocidos como 'Los Javis', en la cresta de la ola gracias a su película (y antes obra de teatro) La Llamada, a su serie Paquita Salas y a haber sido profesores en la Academia de Operación Triunfo 2017.

Sin embargo, estos dos creadores, que además son pareja, no siempre vivieron una realidad de color de rosa y tienen un lamentable pasado de abusos y acoso por ser homosexuales, algo que tratan de superar con su lema: "Lo hacemos y ya vemos", tal como le confesaron a Mejide durante su entrevista.

Javier Calvo (1991) se metió en el bolsillo a buena parte de los adolescentes gays que sobrevivían como podían en sus institutos durante 2008 y 2011, identificándose con su personaje en Física o Química. Desde hace cinco años es guionista y director, junto con su pareja  Javier Ambrossi (1984) del éxito teatral La llamada.

"Nuestra protagonista cree algo y va a por ello a muerte y a demostrárselo a todos los demás, que no la creen", resume Calvo. "Nosotros hicimos lo mismo. Escribí La llamada como una venganza, cuando tú sientes algo y no esperas a que te digan ni cómo, ni cuándo ni por qué", apostillaba Ambrossi.

"Lo he pasado mal por épocas en mi colegio. Me he sentido rechazado, he querido ser preferido por alguno de mis amigos, he querido... y no lo he tenido. No he sido el más guay del cole. He tenido un chico en clase que cuando pasaba por el pasillo, todos los días religiosamente me decía: ¡Calvo maricón! Todos los días", explicaba Javi Calvo.

"Yo iba con miedo a clase. A mí de repente me han tirado un diccionario en mitad de clase, o toda la clase se ha puesto de acuerdo para pegarme cuando salía por una puerta. No tener ganas de ir al cole porque sabes q te van hacer daño", resumía Ambrossi sobre su etapa escolar. "La humanidad puede hacer un cohete, ir a la Luna, hacer mil movidas científicas y al parecer no puede conseguir que un profesor controle que 20 alumnos no le hagan bullying a uno", se quejaba el creador.

Ambrossi considera que él aún no está liberado: "Todo esto que hago en redes sociales sobre los discursos y demás, lo hago también por mí también, para recordarme a mí mismo que está bien ser quién soy". El director contó que creció en un colegio del Opus Dei, donde tuvo malas experiencias en clase. "Un profesor llegó a poner en la pizarra que si eres gay vas al infierno, potenciando que el resto de la clase se riera de mí", contaba.

Aún hubo más: "un profesor de religión hizo una explicación rarísima en clase y dibujó mi cara en la pizarra y dijo 'claro, es que hay chicos que son así, que tienen los labios más grandes, los ojos más grandes, rasgos femeninos y se creen que son homosexuales, pero en el fondo están equivocados... todo eso con mi cara dibujada en la pizarra'" .

Años después de aquello, Javier Calvo plantó cara a sus fantasmas con un emotivo discurso en los premios Feroz, algo que valoraba junto a Risto Mejide: "conseguí decir algo que era importante para mí. Transmitir que puedes ser tú mismo y que te quieran. Yo sentí miedo cuando era joven por ser gay. Me juré a mí mismo que nunca lo diría, que viviría una vida de mentira toda mi vida y ya está, porque sientes que nadie te va a querer".

Quique San Francisco, segundo invitado

Rogelio Enrique San Francisco Cobo, más conocido como Quique San Francisco (1955) es uno de esos "secundarios de toda la vida" y también se sentó en el chester de Risto Mejide, donde reflexionó: "puede que tenga talento, no lo sé, (...) pero tener talento es una maldición porque el talento provoca envidia. Y la envidia es muy mala. Te hace ser más despiadado, pasas por encima de tu ética y tus principios".

"Sigo esperando a que me llamen. Es una opción que he elegido yo. Podría haber arreglado eso para que no pasara, pero probablemente esto me sucede por vago. Por mi incapacidad de esfuerzo o mi cansancio después de tantos años. Pero he decidido dar un cambio en ese aspecto. Voy a tomar cartas en el asunto. Hubiera podido generar mucho más trabajo, no solo para mí sino para los demás. Y creo que eso es algo que no he hecho bien, con lo cual, voy a corregirlo".

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