Yo digo escribidor, porque no soy un escritor de novelas, pero me gano la vida escribiendo, ya sea un periódico, una guía y hasta en prospectos de un medicamento, si me lo pagan bien.

¿Cómo elige sus temas?

Una vez que sabes de qué quieres escribir sale más o menos fluido. Lo difícil es elegir el tema y no coincidir con el resto de columnistas (se ríe). Alguna vez hasta hemos titulado igual.

¿Los que ganáis premios le tenéis miedo al blanco?

Los que ganamos premio (corrige), en singular. Sí, claro. Siempre se puede escribir de topillos, del AVE o del Estatuto, pero si quieres ir más allá, hay días que no sobran las ideas.

¿Tiene pesadillas con Valle-Inclán?

No, pero a veces he soñado con los titulares pasando por las cajas de texto a modo de letrero luminoso. ¡Y al final encajan!

¿Un chaval de 16 años entiende sus artículos?

Sí. En charlas en los institutos, a veces te sorprenden y captan algo que creías que no iban a entender, mientras que otras expresiones sencillas, de las de mi abuelo, pues les cuesta.

¿Es culpa de usted o del sistema educativo?

Me considero muy barroco, y me gusta. Lo busco y lo hago por jorobar. Huyo de las frases hechas y de las muletillas de turno.

¿Cómo un especialista en filología románica titula su sección ‘Zoom’, en inglés?

Eso no es cosa mía. Es el nombre general para todos los que escribimos en ese espacio. Yo cuando pude elegir la titulé El Icosaedro, por aquello de que todo tiene muchos puntos de vista.

¿Qué le pone más? Prestar su profunda voz a la radio, su imagen bohemia a la tele, o desnudar sus pensamientos en la prensa.

Me encantan las tres.

Bio

Cuenta muchas horas de vuelo e insomnio. Nació en 1955. Es el ganador del Premio  Nacional de Periodismo Miguel Delibes.