Las mujeres anónimas alzan la voz: "Yo también he sufrido acoso sexual en el trabajo"

  • No son famosas, no forman parte del mundo del espectáculo, pero también han sufrido abusos e intimidaciones en su puesto de trabajo.
  • Una sexóloga, una cajera de supermercado, una comercial y una niñera cuentan el acoso que han vivido por parte de sus clientes y compañeros.
  • Cientos de miles de mujeres han compartido sus experiencias en las redes sociales a través de la etiqueta #MeToo (#YoTambién).
Acoso sexual en el trabajo.
Acoso sexual en el trabajo.
PEDRO PERLES
Acoso sexual en el trabajo.

Desde Hollywood hasta el Parlamento Británico, pasando por el supermercado de al lado de casa o nuestra oficina, ningún lugar está libre de los abusos de poder y el acoso sexual. Los escándalos destapados los últimos días en el mundo del espectáculo y en la política han animado a miles de mujeres a alzar la voz y a contar que ellas también han sido víctimas de otros Harvey Weinstein en su vida cotidiana.

¿Cómo reaccionarías si tu jefe te dijera: “Como vuelvas a ponerte ese pintalabios rojo no respondo de mí” o “cómo te sienta ese pantalón, es que no me controlo”? Estos comentarios forman parte de casos reales que se han compartido bajo la etiqueta #MeToo (#YoTambién) en redes sociales, intimidaciones diarias que llevaron a muchas mujeres a cambiar su forma de vestir, a no maquillarse para ir a trabajar y, sobre todo, a sentirse culpables, creyendo que tendrían alguna responsabilidad en lo que les estaba sucediendo. Ahora sienten el apoyo social a su espalda y se animan a hacer pública su historia, con un único objetivo: que no le suceda a otra nunca más.

Entre 2008 y 2015 hasta 2.484 mujeres decidieron denunciar el acoso sexual que recibieron en sus puestos de trabajo, según datos de UGT, pero los juzgados solo condenaron a 49 personas por estos hechos, lo que supone un 2% de las denuncias con una respuesta judicial condenatoria.

Laura es sexóloga y cuenta que solo por tener la palabra “sexo” en su perfil de las redes sociales recibe multitud de fotografías de penes a su bandeja de entrada. A pesar de estas faltas de respeto constantes, como profesional responde a las dudas que le plantean otros usuarios de Twitter, porque sabe de los falsos mitos que circulan y de la escasa educación sexual que aún hoy reciben los jóvenes.

“Un desconocido vino a pedirme ayuda y me dio pena, porque pensé que había en él un malestar por no haber aceptado sus gustos sexuales. Yo quise tranquilizarle y hacerle entender que sus preferencias no tenían nada de malo”, cuenta. Pero tras contestarle, su forma de agradecer a Laura la ayuda prestada fue un tanto desconcertante para ella: “Me dijo que había despertado en él una ‘grande y dura admiración’... Nunca había oído esos adjetivos acompañando a la palabra 'admiración', pero no quise sospechar nada malo, porque luego parece que si vas a la defensiva eres tú la histérica”.

"Haga lo que haga, alguien va a pensar que lo he hecho mal"

Así comenzó el acoso, la sexóloga dejó de responder a los mensajes de este hombre y él pasó a enviarle fotografías suyas y a realizarle comentarios inapropiados. "Llegó a preguntarme por mis gustos sexuales y a decirme que fantaseaba con mis pies. Al final acabas planteándote en estas situaciones qué has hecho mal, si has hecho algo que le incite…”, dice resignada.

Laura le pidió que parara porque no quería tener que recurrir a bloquearle, “no somos las mujeres las que tenemos que poner remedios para que estas cosas no ocurran, tiene que ser la persona que lo está haciendo la que aprenda a no hacerlo”. Pero el chico no asumió el rechazo de la sexóloga y dio por hecho que se daba porque ella tenía pareja. "Le dije que eso me parecía muy machista, y se ofendió, terminó por bloquearme él a mí...". Este hecho le resultó especialmente preocupante a Laura, también psicóloga, ya que "muestra que terminan dando más importancia a un 'no, tengo novio' porque a quien respetan es a otro hombre, no a ti. Debería valer lo mismo mi 'no' porque no quiero y punto".

"Si tienes excesivo cuidado, te llaman exagerada y te dicen que la otra persona solo estaba siendo amable, pero es que si no vas con esos pies de plomo, te dicen que le has incitado, que para qué le respondes... Estás en un punto en el que dices: haga lo que haga, alguien va a pensar que lo he hecho mal", explica la sexóloga, que añade que por su profesión parece que tiene "una diana en la cara". "Si por hablar de sexo aportando datos y estudios recibo estas cosas... no quiero ni imaginarme lo que sufre una trabajadora sexual o una actriz porno, porque además se minimizará muchísimo la importancia de sus casos con un 'es que se lo ha buscado'".

"Llegó el momento en el que me seguía por la calle"

Marina tenía 18 años cuando consiguió su primer trabajo, recién salida de la educación secundaria. Iba a ser cajera en un supermercado y estaba ilusionada porque por fin podría conseguir algo de dinero para sus objetivos. Pronto recibió una solicitud de amistad en el Facebook, era de un compañero que solía mirarla pero nunca se animaba a acercarse a ella. Marina pensó que quizá era tímido en persona y se desenvolvía mejor por redes sociales, así que le aceptó y comenzaron a hablar.

“Me planteó que nos viéramos fuera, yo le decía que vale, que podíamos quedar como compañeros, todo bien. Pero después se le empezó a ir la mano, y comenzó a decir cosas más graves y subidas de tono, como: ‘cuando te veía reponiendo y te miraba el culo, sabía lo que era mío’”.

En ese momento, Marina dejó de estar interesada en conocer a su compañero de trabajo. Se sentía incomodada y se lo intentaba hacer saber: “Le dije que no quería saber nada, que no me interesaba, y ahí comenzó a llamarme puta, regalada, que seguro que me iba con muchos chicos pero me hacía de rogar”. Ante esta situación, tomó la decisión de retirarle la palabra y bloquearle en las redes sociales, pero él localizó otros perfiles de Marina en otras plataformas como Instagram y continuaba enviándole mensajes.

"Llegó el momento en el que me seguía por la calle, pasó como tres veces. Se acercaba mientras yo iba caminando y me miraba...". Finalmente, esta cajera de supermercado abandonó su puesto de trabajo, pero incluso un año después y a día de hoy sigue recibiendo noticias suyas. "Hace poco recibí otro mensaje, me decía: '¡Cuánto tiempo! ¿Cómo va todo?', no sé cómo después de todo sigue sin entender que no quiero saber nada de él.

"El acoso que recibí me causó un trauma"

Cuando tenía 15 años, Techi decidió presentarse a un casting para ser modelo de un catálogo. Entró en una sala en la que solo había un hombre mucho mayor que ella que le pidió que posara frente a un espejo de forma natural. “Gradualmente aumentó la demanda, primero ábrete el escote, luego quítate la blusa… Se acercó a enseñarme cómo tenía que hacerlo, rodeándome con sus brazos y acariciándome. Me puse muy tensa e inmóvil, y unos minutos después me dijo que no servía y me pidió que me fuera”, recuerda. Lo que no sabía es que a lo largo de su vida sufriría situaciones similares.

Cuando creció se hizo comercial, un empleo en el que le exigían constantemente “ser simpática”. Tenía que enfrentarse a comentarios constantes sobre su físico y a proposiciones para verla fuera del entorno laboral, siempre sin perder la “educación” y "afabilidad" necesaria en su trabajo. Pero ¿qué hacer cuando un cliente te arrincona para besarte?, ¿cómo se reacciona al acoso sexual cuando tienes miedo de perder tu empleo? Techi se enfrentó a esta situación después de tres años trabajando en la misma empresa, y tuvo que optar por dejar de vender sus productos al hombre que la acorraló, pero no fue el único. “Otro individuo me decía que si iba a verle en fin de semana me compraría más… obviamente, a él también dejé de visitarle, pero los comentarios del tipo ‘si quieres vender más... ya sabes lo que puedes hacer’ eran constantes”.

“En otra ocasión, un tipo me pagó menos de lo acordado y me dijo que en una cena me pagaría el resto. Fui a un par de cenas, creyendo que las organizaba para pagarme, pero no era esa su intención…”. Techi necesitaba el trabajo, pero las malas experiencias se acumulaban y su salud empezaba a verse mermada. Decidió acudir al psicólogo y allí le confirmaron que “el acoso” recibido le había creado un trauma a su corta edad, causando una fibromialgia que le impidió volver a trabajar fuera de casa y le obligó a dejar su empleo de comercial.

"Recurrí a la denuncia social"

Lorena es una joven estudiante que trabaja de niñera eventualmente para ayudar en casa. Decidió usar portales de anuncio, para aumentar sus posibilidades, y desde entonces recibe constantemente propuestas, pero no tienen nada que ver con cuidar niños. “Desde sexo grupal, hasta por webcam, me han pedido ir a las casas en ropa interior, o limpiarlas con un ‘traje especial’... de todo tipo”, hasta que un día llegó la gota que colmó el vaso, con un hombre que respondió a su anuncio en Wallapop.

“Yo le estaba preguntando dónde vivía, y él me respondió directamente que si le hacía una felación a cambio de dinero. Le dije que se había equivocado, ya que mi anuncio era para ser niñera, pero él insistió en que quizás podría interesarme su propuesta. ¿Qué parte de mi perfil le hacía pensar eso?”, se pregunta. Lorena decidió publicar el comentario de este hombre en Twitter, “la plataforma de denuncia de machismo más grande que conozco”, y la respuesta que obtuvo la sorprendió. “El mensaje se difundió rápidamente, llegó al entorno más cercano de ese chico y de su novia y ambos se pusieron en contacto conmigo”, cuenta. Él se disculpó con un objetivo, “me pidió que borrase el tuit para no hacer daño a su novia, y por un momento pensé en hacerlo, pero no podía seguir callada, no nos merecemos eso”.

Como ella, muchas mujeres temen encontrarse en situaciones incómodas a la hora de buscar trabajo por este tipo de vías, y aun cuando por fin encuentran respuestas correctas y adecuadas a sus anuncios, les queda una leve incertidumbre cuando se dirigen al lugar por miedo a lo que vayan a encontrar. En la mayoría de ocasiones la víctima no denuncia temiendo arruinar su propia carrera laboral o incluso sintiendo su integridad física amenazada. Ellas son el ejemplo de que el acoso sexual no es algo exclusivo de las altas esferas, sino que se da cada día a nuestro alrededor.

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