En sus 65 años de reinado la monarca Isabel II sólo ha faltado a su deber de colocar flores en el monumento a los soldados caídos por Gran Bretaña en seis ocasiones, por estar fuera del país o cuando su estado de gestación estando embarazada de sus hijos el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, se lo impidieron.

Por eso es tan significativo que este año la reina haya decidido delegar esa tarea en el príncipe Carlos, su heredero, y ver la ceremonia desde un cercano balcón de la Oficina de Asuntos Exteriores y Comuna en Londres.

Los expertos de en la casa real británica analizan este hecho como la voluntad de Isabel II de estar junto a su marido, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, de 96 años y que el pasado agosto renunció definitivamente a sus compromisos oficiales como miembro de la familia real y se retirara de la vida pública.

Así, la reina, de 91 años, vio como su hijo se ocupaba de la ofrenda, una ceremonia que junto a Isabel II y su esposo, observaron desde el balcón Camilla, duquesa de Cornualles y esposa del príncipe Carlos. En un balcón aledaño observaban también Sophie Wessex y la princesa Alexandra, además de Kate Middleton, pues el príncipe William y su hermano el príncipe Harry también participaron en la ofrenda floral.

Un miembro de la casa real británica citado por la revista People aseguraba que "después de prestar juramento en la Abadía de Westminster en 1952, poner la corona de flores honrando a millones de personas muertas en la Primera Guerra Mundial y conflictos posteriores es, probablemente, la cosa más solemne que hace como soberana". Y eso da la medida de cuán significativo es que haya cedido esa labor a su heredero.

El príncipe Carlos es quien de forma natural ha asumido algunas de las labores a las que su padre ha renunciado en actos oficiales y solemnes y con esta ofrenda empieza a asumir además labores destinadas a la reina.