La normativa, además, ha propiciado que se disparen las ventas y el parque de motocicletas de Euskadi haya aumentado también considerablemente, a un ritmo de un 13% al año. A principios de año había ya más de 72.600.
El problema surge porque «muchos de estos nuevos motoristas salen a la carretera con sus nuevos vehículos sin haber pilotado nunca antes una motocicleta de esas características, y no pasan por la autoescuela para aprender», señala Iñigo Montenegro, presidente de la Asociación de Autoescuelas de Vizcaya.
Montenegro advierte de la importancia de recibir unas clases, ya que, «una moto no tiene nada que ver con un coche, y no es fácil de conducir por carretera si no sabes».
Por eso, las autoescuelas vascas ofrecen prácticas a los conductores de coche que deseen pasarse de las cuatro a las dos ruedas. «Cuestan entre 25 y 30 euros, y con cuatro o cinco es suficiente», dicen, aunque «apenas hay alumnos».
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