Cinco minutos y tres semáforos para cruzar el Puente de Santiago en bici desaniman a cualquiera que se decida a estrenar los nuevos carriles de las riberas del Ebro. «El proyecto que se aprobó en la Mesa de la Bicicleta del Ayuntamiento no se mantuvo», comenta Alfonso Alegre en nombre del colectivo Pedalea , que lleva años colaborando en la implantación de este transporte alternativo.

Por ello reunieron ayer a la prensa en la nueva acera-bici de Echegaray y Caballero para poner de manifiesto sus defectos: el carril no se hizo a nivel de la calzada y en la acera no tiene continuidad. «Así nunca será práctico ni viable», concluyen.

Un trayecto en línea recta que debería ser cómodo y rápido se ve continuamente interrumpido por peatones que lo atraviesan o esperan en él para cruzar porque no pueden hacerlo en otro sitio. La bici, asociada con el ocio más que con el transporte, sigue relegada a espacios poco útiles para la movilidad. Volver al centro de la ciudad desde los nuevos carriles de las riberas, todavía es apto sólo para intrépidos.

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