La suerte abrió la persiana en Bilbao en 1914. Aquel año, la familia Azcarreta fundó la que hoy es la administración de lotería más antigua de la ciudad, un pequeño establecimiento en el corazón de El Arenal bilbaíno y por el que cada año pasan miles de bilbaínos.
«Ya tengo en seis, démelo en cinco», espeta un señor a la lotera frente a una de las tres ventanillas del pequeño local. Aunque se vende lotería de Navidad desde julio, la cercanía del sorteo hace más intensivo el trabajo. «El sorteo de Navidad es la estrella de las loterías», dice Asun Azcarreta, la encargada. La rifa del 22 de diciembre es, de hecho, de lo poco que no ha cambiado.
Una vieja fotografía colgada de la pared de la administración refleja el aspecto del local por aquellos años, cuando un billete, como recuerda la imagen, costaba tres pesetas. A partir de ahí, además del precio, todo ha cambiado . «Han surgido las apuestas activas (bonoloto, primitiva...) e Internet lo ha revolucionado todo», admite Asun, acostumbrada a vender por la Red una buena parte de los décimos de lotería.
Y como han surgido más juegos, se compra más. «Los vizcaínos son más jugadores que los alaveses y guipuzcoanos, pero se juega mucho menos que en el Levante», analiza Asun. A lo largo de los años hay recuerdos imborrables, como el año de las inundaciones. El gordo de Navidad trajo a Bilbao en 1983 una «lluvia torrencial» de 6.000 millones de pesetas, como recogen los periódicos de la época. «Ayudó muchísimo a superar la riada», dice Asun. Tampoco falta quien pierden el boleto premiado o turistas afortunados. « La pena es que, si toca, no podemos brindar con champan del Boulevard».
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