Ya sólo acuden los mayores a honrar la memoria de sus difuntos

  • El Día de Todos los Santos cada vez tiene menos tradición.
  • En el cementerio descansan los restos de Iradier, el explorador vasco.
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En el Día de Todos los Santos las lápidas se cubren de flores
En el Día de Todos los Santos las lápidas se cubren de flores
leire duque
En el Día de Todos los Santos las lápidas se cubren de flores

El Día de Todos los Santos marca la diferencia entre octubre y noviembre con un cambio de temperatura y, a partir de ahora, el frío se adueñará de las calles como las ánimas del cementerio.

El Cementerio de Santa Isabel, que se encuentra en medio de la ciudad, está rodeado por calles y tráfico, bullicio de gente y ruidos de todo tipo.

Sin embargo, cuando uno se adentra, se sorprende al descubrir cómo el silencio se apodera del lugar. Ya no se escuchan coches ni bocinas, sólo el canto de los pájaros y el movimiento de las hojas de los cipreses.

Es un día triste y, además, cada vez hay menos tradición

El cementerio está repleto de panteones. Aquí no hay lugar para los nichos de mármol encajonados uno sobre otro y, de hecho, hace tiempo que no acoge más tumbas. Sólo los que ya tenían algún mausoleo tienen derecho a ser enterrados aquí.

El personaje más destacable es, sin ninguna duda, Manuel Iradier, explorador vasco que murió en Segovia en 1911. Sus restos reposan en la ciudad de su nacimiento desde 1927.

Pocos jóvenes

Hoy, entre sus calles de piedra y las lápidas recordatorias no pasea mucha gente. Cada vez se ven menos jóvenes pues ya sólo acuden los mayores a honrar la memoria de sus difuntos.

"Es un día triste y, además, cada vez hay menos tradición", explica Mª José Díaz mientras deposita un ramo de flores en el panteón de su familia.

Begoña Sáenz de Buruaga ha venido acompañada por sus hermanos y sobrinos. "Venimos todos los años, y nos sirve como excusa para reunirnos. Después de la visita nos iremos a comer todos juntos."

A las siete de la tarde el cementerio cerrará sus puertas. Las floristeras, colocadas junto a la entrada principal, recogerán los pocos ramos que hayan sobrado del día.

La noche caerá de nuevo sobre el lugar santo y el frío se volverá más intenso. Quizás entonces las ánimas celebrarán su propia fiesta.

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