Grizz era un perro mestizo que estaba entrenándose como perro detector del equipo de seguridad del aeropuerto de Auckland, Nueva Zelanda. Asustado, se soltó este mismo viernes de su correa y los intentos por capturarle fallaron a lo largo de tres horas, causando retrasos en dieciseis vuelos.

Finalmente el animal fue abatido por un miembro de la Policía, una medida que el portavoz del aeropuerto Mike Richards calificó como "último recurso", tras haber hecho un "esfuerzo masivo" por lograr capturarle, empleando juguetes, otros perros y golosinas y recordó que los pilotos no podían arriesgar la seguridad de los pasajeros.

Distintas organizaciones defensoras de los animales del país han criticado duramente la medida: "Una pistola de tranquilizantes podría haberse usado después de que los esfuerzos por capturar al perro fallaron. Y si ese tipo de pistola no estaba disponible, que debería, podrían haberla pedido al Zoo de Auckland", declaró uno de los responsables de la organización SAFE.

No obstante, desde ese mismo zoológico explicaban que no es tan sencillo contar con pistolas y dardos tranquilizantes y personas capaces de manejarlos, su complejidad es mucha y su efectividad depende de muchos factores.