El incendio, que se extendió por 3.538 hectáreas, de las cuales 1.455 eran de superficie forestal, afectó a un terreno que constituye un mosaico típico mediterráneo, conformado principalmente por tierras agrícolas de secano, encinares y coscojares, formaciones de matorral y repoblaciones de pino carrasco y, en menor medida, de pino laricio.
A la pérdida del valor ecológico y económico del sistema forestal, se suma la eliminación de la función protectora de la vegetación original, lo que da lugar al desencadenamiento o aceleración de procesos de erosión, especialmente en las áreas con fuertes pendientes.
Por este motivo, se han planteado obras de emergencia, por valor de 400.000 euros, para actuar contra la erosión y retirar la madera quemada y los restos que impiden la regeneración natural de las especies, ha explicado el Gobierno central en un comunicado.
Con ello se reducirá, al mismo tiempo, el riesgo de ataque de plagas forestales sobre los árboles dañados, que pudieran afectar al resto de la masa colindante no afectada por el incendio.
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