Oficina de infiltrados (Le bureau des légendes) tiene lugar en un departamento especial dentro de la Dirección General de Seguridad Exterior francesa (DGSE), que podría equipararse a la CIA norteamericana, el Mossad israelí o el MI6 británico. Con base en París, el funcionamiento interno de la oficina, que se encarga de entrenar y controlar a todos los agentes encubiertos e infiltrados del espionaje francés en todo el mundo, es el centro de las tramas de la serie.

El protagonista es Guillaume Debailly (Kassovitz), conocido dentro del servicio como Malotru, que vuelve a la oficina de París después de pasar seis años en una misión entre Siria y Jordania. A su regreso descubre que le cuesta más de lo que creía adaptarse a su nueva vida, así que en contra de las reglas de seguridad, Debailly opta por no renunciar a la identidad ficticia bajo la que trabajó en Siria, como el escritor y académico Paul Lefevre.

Bajo esta misma identidad fue como conoció en Damasco a Nadia El Mansour, una especialista en historia y geografía de Oriente Medio con la que mantuvo una relación y que se traslada a París siguiéndole la pista. Las cosas se complican para Debailley cuando decide continuar su romance con ella usando la falsa identidad de Lefevre.

LOS SECRETOS DEL SERVICIO SECRETO

Por otra parte, el jefe de Debailly, Henri Duflot (Darroussin), amigo de Guillaume tras haber trabajado con él antes de marcharse, se muestra celoso de su fama y de su trabajo, puesto que Duflot no ha trabajado directamente como agente.

Otro personaje importante es Marie-Jeanne Duthilleul (Florence Loiret-Caille), una de las llamadas 'vigilantes' que supervisan el trabajo de los agentes encubiertos. Su último trabajo fue con Debailly mientras estaba en Siria, pero ahora que ha vuelto deben trabajar juntos para preparar a una joven agente de cara a una misión en Irán.

En medio de estas tramas, las luchas internas de los funcionarios van y vienen dentro del departamento, con la sospecha añadida de un topo entre sus filas, mientras las crisis en cualquier lugar del globo son el pan de cada día y la burocracia francesa no pone las cosas fáciles precisamente.