Los hechos sucedieron en el mes de mayo, cuando la víctima dejó a una pareja de conocidos las llaves de su casa en una localidad de la provincia mientras ella residía una temporada en la capital. A la vuelta comprobó que le habían sustraído joyas, pero que la vivienda no había sido forzada ni revuelta.
Aunque sospechó de sus conocidos, no tenía pruebas para denunciarles. Sin embargo, cuando la pareja se presentó para entregar las llaves, la mujer llevaba al cuello una cadena de oro que la víctima reconoció como de su propiedad.
Se ha podido saber que esta pareja había vendido gran parte de las joyas en diferentes establecimientos de compra de oro de Burgos, lo que ha permitido recuperar algunas piezas.
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