Llegan a Madrid los impetuosos pintores fovistas, acróbatas de la luz y fieras del color

  • Considerada la primera vanguardia plástica del siglo XX, el fovismo defendió un exacerbado uso del color como catalizador de emociones y signo de optimismo.
  • 'Los fauves. La pasión por el color' reúne en la Fundación Mapfre un centenar de obras de, entre otros, Matisse, Braque, Derain, De Vlaminck y Dufy.
  • El grupo tomó su nombre de la palabra 'fauve', fiera en francés,  y pese a existir solo cuatro años, removió con una pletórica energía el arte de su tiempo.
La percepción individual del artista era una ley para los fovistas. En este desnudo de Henri Manguin pueden apreciarse con adelanto algunas características del expresionismo
La percepción individual del artista era una ley para los fovistas. En este desnudo de Henri Manguin pueden apreciarse con adelanto algunas características del expresionismo
Colección particular © Henri Manguin, VEGAP, Madrid, 2016 © Claude Almodovar
La percepción individual del artista era una ley para los fovistas. En este desnudo de Henri Manguin pueden apreciarse con adelanto algunas características del expresionismo

Henri Matisse (1869-1954), uno de los artistas con más talento de la primera mitad del siglo XX, tenía fama de seguridad en sí mismo y de pintar sin una sola indecisión, con una naturalidad innata. No era así, sin embargo, y el aún joven pintor, que con el tiempo llegaría a ser un superdotado de la técnica, copiaba a los maestros, sobre todo a su venerado Cézanne, para entrenarse, pero con pinceladas, colores y técnicas que cada vez se alejaban más de la imitación.

En 1906, Matisse retrató a un pescador adolescente de un pueblo costero (Joven marinero I). La segunda versión fue fundamental: la figura tenía colores planos y la deformación producía un efecto tan drástico que el artista no se atrevió a atribuirse el dibujo: dijo a sus amigos que Joven marinero II lo había pintado un vulgar cartero local. Con el curioso par de trabajos, inició el camino hacia el fauvismo, que también se conoce como fovismo.

Uso libre del color

La vehemencia de las pincelada, el uso riguroso pero exacerbado y libre de la paleta según el modelo de los colores RYB —por las iniciales en inglés de los tonos primarios, rojo, amarillo y azul— y los trazos impetuosos, casi salvajesfauve es la palabra francesa para fiera, congregaron en torno al artista, al que pronto se apegaron los otros dos cofundadores del grupo, André Derain (1880-1954) y Maurice de Vlaminck (1876-1954).

En los siguientes cuatro años —tiempo de duración de esta temprana pero muy influyente vanguardia, según algunos la primera del siglo (se suele fijar como fecha de nacimiento el año 1905, cuando los "acróbatas del color", como les llamaban, escandalizaron al academicismo en el Salón de Otoño)—, la fiereza fovista, el uso del color como catalizador de emociones y el descarado optimismo que emergía de las obras, llamaron la atención a más de una decena de artistas, entre ellos algunos que ocuparían lugares de honor entre los pintores de la primera mitad del siglo.

Obras de todos los 'fauves'

Los fauves. La pasión por el color, una exposición amplia y rigurosa producida por la Fundación Mapfre, trae a Madrid un centenar de obras de todos los fovistas. Además del trío que inició la revuelta de las fieras, hay obras de, entre otros, Albert Marquet, Henri Manguin, Charles Camoin, Jean Puy, Raoul Dufy, Othon Friesz, Georges Braque, Georges Rouault y Kees van Dongen. La muestra estará en cartel en la sede de la fundación en el Paseo de Recoletos, 23, desde el 22 de octubre hasta el 29 de enero.

El fauvismo, dicen los organizadores, es "sinónimo de libertad, de fuerza, de transgresión" y en la pintura se convirtió en el gran eje de la "revolución del color, de la ausencia de la perspectiva y del desapego a la tradición". La intensidad y la vitalidad del grupo de jóvenes artistas era "arrolladora" y su irrupción y nuevas maneras "modificaron el curso del arte en la primera década del siglo XX".

'Percepción individual'

Defensores a ultranza de la "supremacía y la arbitrariedad" del color y de la ejecución solamente filtrada por la "percepción individual", los fauves desarrollaron con especial dedicación los retratos de uno a otro miembro del grupo (en 1905 Derain retrató a Matisse y el segundo pinto al primero en dos obras, ambas cedidas por la Tate, que se pueden ver en la muestra), los paisajes lumínicos, la atmósfera del mediterráneo francés, los espacios intimistas y la sórdida atmósfera nocturna, que aparece sobre todo en la obra de De Vlaminck, que puede situarse en el expresionismo.

En este breve pero apasionado periodo artístico, los fauves sucumbieron a las fuentes del postimpresionismo de Van Gogh, Cézanne y Gauguin y al neoimpresionismo de Signac, de tal manera, añaden desde la exposición, que el conjunto de la escuela fue "una revelación única para el cubismo y el expresionismo, dos de las vanguardias más relevantes de principios del siglo XX".

Los placeres del París nocturno

La exposición se cierra con un grupo de pinturas sobre los caminos que tomaron los fauves a partir de 1907. Aunque habían estado fundamentalmente interesados en el paisaje, muchos de ellos se dejaron embriagar por los placers del París nocturno, tema por otro lado típico de la vanguardia. Vlaminck, Rouault y Van Dongen reflejan el ambiente de las prostitutas y los circos con crudeza, vivacidad, colores exaltados y pinceladas violentas. En lo formal están enlazando también con la pintura expresionista que estaba naciendo fuera de Francia.

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