El hallazgo tuvo lugar en un cuarto de aperos en Puntallana cuando su titular alertó a los agentes que dicho material podría pertenecer a su padre y llevar en el lugar más de cuarenta años, ya que su oficio estaba relacionado con el uso de estas sustancias (roturador).
En total fueron destruidos 46 detonadores eléctricos, 17 detonadores pirotécnicos, 15 metros de mecha lenta y 8 cartuchos de goma dos con un peso de 1.200 gramos.
Los agentes especialistas recuerdan el peligro que supone almacenar este tipo de material explosivo, ya que el paso del tiempo hace que se deteriore y se vuelva inestable, y en todo caso ante la sospecha de encontrarnos con este tipo de sustancias de avisarse de forma inmediata a las fuerzas de seguridad.
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