Cómo se mide nuestro nivel de inglés: mucha tecnología y seguridad en Cambridge English

  • Cambridge English Assessment realiza cada año más de cinco millones de exámenes en todo el mundo.
  • Trabaja con alrededor de 700 personas y 20.000 examinadores especialistas.
  • Sus responsables cifran en 20.000 las organizaciones que aceptan en todo el mundo la validez de esta acreditación del idioma.
En el centro logístico del DC10 entran y salen millones de exámenes tratados con la máxima seguridad.
En el centro logístico del DC10 entran y salen millones de exámenes tratados con la máxima seguridad.
EFE
En el centro logístico del DC10 entran y salen millones de exámenes tratados con la máxima seguridad.

Medir y certificar de forma objetiva el nivel de inglés en 170 países requiere de una maquinaria precisa que atiende a las singularidades, vigila los cambios sociales y metodológicos y determina una evaluación global, capaz de valorar las habilidades escritas, de lectura y comunicación. Alrededor de 700 personas y 20.000 examinadores especialistas son los encargados del funcionamiento de Cambridge English Assessment.

El mayor organismo de evaluación en Europa realiza cada año más de cinco millones de exámenes en todo el mundo. Pruebas tras las que hay un trabajo minucioso y preciso, tanto en los contenidos como en lo que se refiere a un proceso de elaboración y evaluación que se desarrolla con todas las garantías. De ahí que los exámenes en papel, sean del nivel que sean, se impriman y distribuyan desde el DC10, un espacio logístico de máxima seguridad en cuyos 21.000 metros cuadrados se concentra todo el proceso.

Si un centro va a examinar a 100 personas en España, cada hoja de esos exámenes (y son 40 millones las que lanzan anualmente) saldrá desde este gran centro y volverá cumplimentada por cada alumno para que un evaluador de Cambridge English Assessment, previa comprobación de que los paquetes no han sido manipulados, corrija los resultados (salvo las preguntas tipo test, que se tratan por ordenador). Allí permanecerán después durante seis meses, para atender posibles reclamaciones, antes de ser destruidas y recicladas. Y allí también se expedirán los siete millones de certificados anuales, dirigidos a 170 países, que incorporan su correspondiente marca de agua para evitar fraudes.

Es así como los certificados de Cambridge Assessment se han convertido en una prueba fiable de nivel para universidades, administraciones y empresas. Sus responsables cifran en 20.000 las organizaciones que aceptan en todo el mundo la validez de esta acreditación del idioma, cuya utilidad ha registrado un notable aumento especialmente entre las universidades (hasta superar las 11.000), en buena medida motivado por la movilidad internacional de los estudiantes, asegura Nicola Johnson, responsable de Acreditación.

Exigencia universitaria

Reino Unido recibe cada año alrededor de 400.000 universitarios internacionales, de los cuales 6.000 serían españoles, a los que se pide un nivel C1 o C2 de acuerdo con el Marco Común Europeo. Prácticamente todas sus universidades aceptan el Advanced y el Prociency, los equivalentes de este organismo evaluador, y entre ellas figuran las del Grupo Russell y el servicio británico de admisión Universities and Colleges Admissions Service, explica Petra Olssom, del departamento de estudios internacionales de Cambridge.

Son pruebas vivas, que cambian, se adaptan y van introduciendo nuevas palabras y criterios. Marian Dawson, responsable de desarrollo de exámenes, declara que el departamento huye de la complacencia y vigila los cambios metodológicos y en la enseñanza. La concepción de los exámenes incluye pruebas previas (pre-testing) para asegurar la precisión e imparcialidad, que cada pregunta corresponde a su nivel, y para ello tienen en cuenta las diferencias no ya entre países sino entre grupos de lenguas.

Las nuevas preguntas se van introduciendo en los exámenes y de forma voluntaria, para que no afecten a los resultados, pero de manera que se pueda analizar cómo responden los alumnos. Son preguntas que aparecerán años después (o no) en un examen real y que suponen “una forma de probar las materias antes de usarlas”, precisa el director adjunto de Cambridge English Assessment, Nick Charge.

Apuntan en este organismo a la “expresión oral” como lo más difícil de evaluar en el candidato, porque no se trata simplemente de elegir entre A o B, señala la investigadora Evelina Galaczi. El “cara a cara” se considera en todo caso fundamental para ver cómo se comunican los candidatos, la forma de interactuar con un vocabulario, una gramática y una fluidez determinadas. Es más difícil hablar que escribir, porque se hace de forma espontánea y automática, y porque hay que poner en práctica el vocabulario y la gramática en tiempo real.

Existen diferentes tipos de test hablados por nivel, incluidos los exámenes por ordenador, que pueden tener a una persona detrás para evaluar o directamente a una máquina, lo que implica el riesgo de que haya problemas en el reconocimiento de la voz o de la pronunciación (en cuya solución se trabaja), pero tiene la ventaja de que permite evaluar dudas, el número de palabras utilizadas o el tono empleado. “A veces los candidatos tienen mucho vocabulario pero no una gramática compleja”, apuntan desde Cambridge, para luego poner el acento en que lo importante es medir de forma objetiva la eficacia de la comunicación en su conjunto.

A la hora de elaborar los exámenes, los investigadores trabajan con estadísticas, de forma que se comparan los resultados en los mismos niveles entre diferentes años, relata Agnieszka Walczak, investigadora de habilidades lingüísticas. Estos estudios estadísticos han permitido llegar a conclusiones como que las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres en países como España, Francia, Italia, Rumanía y Bulgaria, de acuerdo con una análisis realizado en 35 países el año pasado, aunque la diferencia entre ambos sería menor que en otros lugares como China, Bangladesh o Pakistán.

En general, las mujeres tienen mejor comunicación oral y escrita y los hombres, en lectura. Pero se considera importante, en cualquier caso, asegurar que las preguntas de los exámenes no sean discriminatorias entre mujeres y hombres (en las cuestiones de las que tratan), huyan de tópicos, de ítems ofensivos o de religión.

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