La dualidad del hogar, refugio o escenario de tiranía, explorada por 14 artistas contemporáneos

  • La exposición colectiva 'No hay lugar como el hogar' presenta un acercamiento temático a la vasta gama de las relaciones entre los artistas y su círculo familiar.
  • Desde lugar reconfortante y seguro hasta espacio de frialdad emocional.
  • El Museo de Arte de Múnich agrupa fotos, pinturas, películas e instalaciones de, entre otros, Sue de Beer, Gabriel Orozco y Laurie Simmons.
Captura de la instalación de vídeo 'Die Faust', de Veronika Veit
Captura de la instalación de vídeo 'Die Faust', de Veronika Veit
Courtesy Sammlung Goetz, Medienkunst, München
Captura de la instalación de vídeo 'Die Faust', de Veronika Veit

Lo doméstico puede ser un paraíso pero también una prisión. En su ámbito cerrado, lejos de miradas ajenas al círculo de sus habitantes —sean o no familiares—, es posible encontrar refugio y consuelo o tiranía y capricho despótico. La forma en que 14 artistas contemporáneos ven el espacio íntimo es el tema de la exposición temática No Place like Home (No hay lugar como el hogar).

El Museo de Arte de Múnich (Alemania) presenta una muestra de larga estancia, del 13 de mayo al ocho de enero de 1917, con fotos, pinturas, películas e instalaciones de creadores que se han preocupado por ahondar en la dicotomía de un "lugar ambivalente", que puede ofrecer "protección y refugio" o, al contrario, convertirse en un territorio "opresivo" por la presión de las "expectativas de la familia". La muestra temática aspira a explorar la "vasta gama de relaciones" que medran en los hogares.

'Luchas de poder'

Aunque la palabra casa "se asocia a menudo con el lugar donde uno se siente protegido y aceptado, donde se viven las tradiciones y la identidad puede desarrollarse", dicen los organizadores, el hogar también puede ser el campo de batalla de "luchas de poder" y el terreno de "hostilidades tácitas" que hacen la vida difícil para todos los implicados. Aunque la versión idealizada de la casa la sitúa allí donde reside también el corazón —una reciente exposición de pintura de los siglos XIX y XX jugó con la idea—, la situación en el presente es más compleja.

La exposición, que se celebra en el muy apropiado recinto del antiguo refugio antiareo de la Haus der Kunst de Múnich, que fue uno de los pocos museos inaugurados por los nazis, explora las relaciones ambientales y emocionales hogareñas, revelando una "gran variedad de conflictos intrafamiliares", mostrando las "convenciones sociales" y entrando en los "desagües más profundos de las relaciones humanas", dicen los organizadores.

Imaginación y sueños cumplidos

En las obras de la fotógrafa Sue de Beer, el escultor mexicano Gabriel Orozco y el videoartista albano Anri Sala la visión del hogar es reconfortante. La primera presenta a una adolescente retratada con fotos Polaroid en una habitación rosa. La carga estática del cabello de la chica convierte las poses en momentos de surrealismo mágico que remiten al domicilio como escenario de imaginación y sueños cumplidos. Orozco ofrece la simplicidad de un vídeo grabando un par de manos que amasan y cocinan tortas de maíz en un chiringuito de playa y Sala acude a la misma temática: la preparación de masa para una comida tradicional.

Al contrario, la película Ocho, de Teresa Hubbard y Alexander Birchler aborda las falsas expectativas y la decepción cotidianas al mostrar cómo la cuidadosamente planificada fiesta de cumpleaños de una niña se tuerce hasta el fracaso por una inesperada tormenta que también ocurre en el interior del hogar familiar. De la pareja de videoartistas se exhibe también Dieciocho, realizada con la misma protagonista diez años más tarde, con la ahora joven mayor de edad trabajando en un local de fast food.

Destrucción planificada

La película No hay lugar como el hogar, de Karen Yasinsky, ahonda en los abusos sexuales en el seno del hogar, con una animación de muñecos de tela, y las fotos de Lorenz Strassl presentan espacios despoblados donde los habitantes han dejado huellas desconcertantes, como frutos de una violenta reacción en cadena que parece provenir de una destrucción planificada, metáfora de un hogar que es el reflejo de estructuras personales alienadas.

La artista estadounidense Laurie Simmons presenta una reflexión sobre la comunidad de las Doll Girls, chicas que desean ser iguales que muñecas o personajes de anime. La creadora dice que nunca fue más fácil que hoy fabricar "versiones alternativas" de uno mismo gracias a la "alimentación incesante" de las redes sociales y que mostramos mejor quiénes somos "a través de aproximaciones, sustitutos y suplentes" de nuestras personalidades y mundos íntimos.

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