El español Pablo Picasso sigue a la cabeza de los grandes cebos artísticos para atraer multitudes a los museos. Se acaba de presentar en Londres una de las grandes exposiciones de la temporada de otoño: está dedicada solamente a retratos, mostrará 75 piezas que raramente se habían reunido bajo el mismo techo —entre ellas algunas de las obras mayores del artista— , ha requerido de la alianza de dos pinacotecas, la inglesa National Portrait Gallery (NPG) y la catalana Museu Picasso, y el patrocinio económico del estadounidense Goldman Sachs, uno de los grupos bancarios de inversión y valores más potentes del mundo.

La muestra —titulada en la NPG Picasso Portraits y en el museo de la ciudad condal Picasso Retrats— tiene carácter histórico porque es la primera, desde la organizada en París hace dos décadas, en centrarse solo en la faceta del pintor como retratista. Se celebrará en Londres del 6 de octubre de 2016 al 5 de febrero de 2017 y luego viajará a Barcelona, donde estará en cartel del 17 de marzo al 25 de junio.

En la capital catalana coincidirá con el programa de los cien años de la visita a la ciudad del artista en 1917, cuando llegó a la ciudad con los Ballets Rusos para intervenir en la escenografía de un montaje y se quedó ocho meses, en la que sería la primera estancia larga barcelonesa tras marchar a París en 1904.

La exposición, la primera en el Reino Unido dedicada a Picasso y el género del retrato, incluye obras maestras que casi nunca han salido de sus residencias oficiales. Destaca el extraordinaria retrato cubista terminado en el otoño de 1910 del marchante de arte alemán Daniel-Henry Kahnweiler, uno de los primeros defensores y mecenas de la obra de Picasso.

El óleo, cedido por el Instituto de Arte de Chicago, presenta al comerciante mediante la fragmentación de la realidad conseguida por una red de brillantes superficies semitransparentes en marrón, gris, negro y blanco que se funden con el ambiente circundante. Considerado uno de los mejores retratos cubistas de la historia, el marchante aparece sentado con las manos en el regazo. Tuvo que consumir treinta jornadas de posado antes de que Picasso se sintiese satisfecho con el resultado.

Otras piezas exquisitas son el retrato de 1938 de Nusch Éluard, acróbata, artista y esposa del poeta surrealista Paul Éluard, y un par de obras sobre la bailarina rusa Olga Khohklova, la primera mujer de Picasso: uno de 1923 donde la mujer aparece sentada de perfil en una elegante atmósfera casi monocolor y otro de 1935 de estilo cubista. Los dos primeros son de colecciones privadas y el tercero llega cedido por el Centro Pompidou.

Todas las etapas de Picasso, desde los cuadros realistas de la primera juventud hasta las obras más gestuales de sus años finales, están representadas en la muestra, dijeron los organizadores en la presentación de la exposición en Londres. Dado que el pintor nunca trabajó por encargo, los modelos de los retratos siempre eran amigos del círculo íntimo de Picasso, familiares y amantes.

Entre los protagonistas de las obras aparecen intelectuales que frecuentaban a Picasso —Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau, Igor Stravinsky...—, amigos de largo recorrido —Carles Casagemas, Santiago Rusiñol, Jaume Sabartés, Fernande Olivier—, sus amantes Marie-Thérèse Walter, Dora Maar, Lee Miller y Françoise Gilot—, esposas, Olga y Jacqueline Roque, e hijos.

La continuada "reinvención" que Picasso ejerció sobre las "convenciones tradicionales" del retrato y su "su genio para la caricatura", fueron destacados en la presentación por Nicholas Cullinan, director de la NPG.

"Los dos museos organizadores, uno dedicado a los retratos y el otro a Picasso, son los instrumentos naturales, para una nueva evaluación de cómo Picasso, una y otra vez, redefinió el retrato durante todo el siglo XX. La exposición va a sorprender y hacer frente a las ideas de preconcebidas de lo que debe ser un retrato", añadió Bernardo Laniado-Romero, director del Museu Picasso.

La exposición, que también se nutre de préstamos de, entre otros, el British, la Tate, el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, está coordinada por Elizabeth Cowling, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Edimburgo, que ha escrito varias monografías sobre Picasso y participado en la organización de las exposiciones Picasso Escultor-Pintor (1994), Matisse y Picasso (2002) y Picasso ante Degas (2010).

Cowling remarcó la "polaridad" de esta recopilación, que revisa en orden cronológico la evolución creativa del malagueño y combina retratos más clásicos y "naturalistas" con dibujos y autorretratos rápidos, a veces incompletos. "El problema que tenemos con Picasso consiste en que sabemos demasiadas cosas de su vida privada y eso puede llevar al reduccionismo. Si consideramos como retrato cualquier obra en la que aparece una mujer, entonces estaríamos limitándolo como artista global", apuntó.

Según Cowling, el compromiso que sentía Picasso con la pintura y el arte le hizo explorar sus límites y romper las reglas establecidas de los retratos. Para ello se valió de sus amigos, como el pintor Ángel Fernández de Soto, a quien el artista dibujó manteniendo un encuentro sexual con una mujer.