Cuando en 1979, al recibir el Premio Nobel de la Paz (en inglés) en Oslo, la madre Teresa de Calcuta renunció al banquete de celebración y donó todo el premio a los pobres, nadie se sorprendió.
En realidad, el galardón era sólo el reconocimiento de la labor de una mujer nacida en 1910 en la actual Macedonia como Inés Gonxha Bojaxhiu.Teresa adoptó ese nombre en honor de Santa Teresita de Lisieux.
La "esposa eterna de Jesús"
El 10 de septiembre de 1946, cuando viajaba en tren desde Calcuta a Darjeeling tuvo la inspiración divina que le llevó a fundar la congregación de las Misioneras de la Caridad.
Además de los tres votos clásicos (pobreza, castidad y obediencia), Teresa exigía a las religiosas de su orden entregarse de por vida y exclusivamente a los más pobres, sin recompensa material alguna.
Salud precaria
La salud de Teresa, que llevaba un marcapasos desde 1983, comienza a resentirse en 1989 y, desde entonces y hasta su muerte, estuvo ingresada en numerosas ocasiones en diferentes hospitales.
En 1996 publicó el libro 'Camino de sencillez', en el que recoge la doctrina religiosa que impulsó su vida de dedicación a los demás.
En 'Mother Teresa: Come Be My Light', que se publica este mes de septiembre , la correspondencia personal de la monja revela la "noche oscura del alma" en que vivió casi toda su vida y que, a juicio de muchos de sus seguidores, la hace todavía más humana.
Su salud empeora tras contraer la malaria y, tras varias recaídas, el 5 de septiembre de 1997 fallece de un paro cardíaco en su casa de las Misioneras en Calcuta. Fue enterrada en la capilla de la sede de su congregación el 10 de septiembre.
Su herencia
Su congregación, dirigida ahora por la hermana Nirmala, cuenta con 4.500 religiosas de más de ochenta nacionalidades, distribuidas en 133 países, donde tienen 710 casas. También hay hermanos misioneros de la caridad, padres misioneros, misioneros laicos, colaboradores y voluntarios.
La monja "infatigable benefactora de la humanidad", como la definió Juan Pablo II, fue proclamada beata en Roma tras comprobarse canónicamente su primer milagro: la curación de una mujer india de religión animista, Mónica Bersa, de 34 años, que padecía un tumor en el abdomen.
La Iglesia tiene abierto expediente de canonización.
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