Nueve meses sitiados por las obras del Pontillón

La construcción del nuevo puente sobre el río Lagares debería haber terminado en mayo. Vecinos y comerciantes denuncian el grave retraso.
Lo que comenzó siendo una obra de mejora para varias parroquias de Vigo se ha convertido en un suplicio que trae de cabeza a un buen número de vecinos y que acumula ya cinco meses de retraso. Hablamos del Puente del Pontillón, que se cerró al tráfico en el mes de enero para sustituirlo debido al estado ruinoso en el que se encontraba y que debía haber estado listo en mayo.La cercanía del lugar con el centro comercial Gran Vía hacía pensar a los vecinos que la obra sería urgente, ya que podría ser una buena forma de canalizar el incremento de tráfico que se ha producido desde la inauguración del área comercial. Nada más lejos de la realidad. «En abril y mayo aquí casi nunca había obreros trabajando. Las verdaderas obras han comenzado a partir de mediados de junio», confirma María Pérez, secretaria de la asociación vecinal Pontenova-Freixeiro.

La construcción del paso sobre el Lagares mantiene a una buena parte de la parroquia de Santo Tomé de Freixeiro incomunicada y «obliga a dar grandes rodeos para ir al centro de la ciudad», asegura María Pérez. Ocurre lo mismo con los vecinos de Castrelos, que meses atrás hicieron públicas sus quejas. La situación afecta también a establecimientos y fábricas de la zona, que ven cómo se están resintiendo sus negocios.

Y es que la calle Pontillón permanece cerrada al tráfico por la construcción del puente. Sólo se permite circular a los vehículos que tengan acceso exclusivo a los garajes. Los desvíos establecidos son: Castrelos, subida a Costa e Laxe, Torres Quiroga, Pontenova, Fonsanta y Arquitecto Palacios. «Al menos podían dejarnos pasar a pie», solicita Marina Lago, una vecina de 80 años que tiene dificultades para caminar por la pasarela habilitada para peatones.

Aunque no hay confirmación oficial, todo apunta a que a finales de mes los trabajos habrán concluido.

Convivir con las obras

Pepi Martínez

Vecina afectada.

Después de nueve meses de obras, esta viguesa que vive en un inmueble situado junto al Puente del Pontillón comienza a desesperarse. «Esto es un auténtico suplicio, un coñazo», asegura. Al molesto ruido se le suma el polvo y, por tanto, la imposibilidad de abrir las ventanas. «Últimamente ya he desistido en el intento de mantener limpia mi casa, ya que es algo imposible», explica Pepi.

Manuel Baqueiro

Comerciante afectado.

Desde el mes de diciembre, fecha en que comenzaron las obras, el propietario de Recambios Dister (ubicado junto al Puente) recibe los pedidos mucho más tarde que antes. «El retraso nos está afectando mucho a los establecimientos que trabajamos en la zona», confirma. El corte al tráfico obliga a dar un importante rodeo para acceder a la zona del que «los clientes también se quejan», añade.

José Enrique Leirós

Trabaja en la zona.

José Enrique Leirós es uno de los pocos que consiguen verle el lado positivo al retraso en las obras, ya que estando cortado el puente puede utilizar la carretera como zona de aparcamiento, «lo cual facilita mucho cargar y descargar mercancía en el almacén», explica entre risas. Aun así, asegura estar cansado de la demora. «Prometieron que estaría listo en cuatro meses y ya llevan nueve».

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