La vuelta a la cotidianeidad obliga a decir adiós a todo aquello que pasó por la ciudad y los pueblos en verano y que no regresará hasta el próximo año. Es el caso de las barracas, que se despiden hoy de Bilbao. Por ello, el niñó de la imagen, sabedor de ello, dijo ayer adiós con su manita a Rocinante, en la imagen, y al resto de caballitos que giran en el carrusel.
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