Aunque en los últimos tiempos decir outsider es admitir solamente las acepciones difamantes del término inglés —el que no se compromete, el intruso, el condenado a perder...—, la palabra conservó hasta no hace demasiado un propósito diferente: señalar a rebeldes, diferentes, heterodoxos, independientes... En fin, los que dictan sus propias normas y no admiten pertenecer a rebaño alguno.

El arquetipo del outsider como rebelde, pillo antisistema, heterodoxo o contestatario tuvo una enorme presencia en la cultura occidental, sobre todo en los EE UU, a partir de los años cincuenta, cuando personajes como el motorista encarnado por Marlon Brando en la película de 1953 The Wild One, titulada en España Salvaje, recuperaron la figura del bandido no del todo bondadoso pero tampoco malvado, sino capaz de vivir según reglas no dictadas por otros.

La exposición Outsiders: American Photography and Film, 1950s–1980s ('Outsiders': fotos y películas estadounidenses, 1950-1980) ahonda en la fascinación causada por los indómitos o distintos en la fotografía y el cine durante cuatro "décadas turbulentas". La muestra, organizada por la Galería de Arte de Ontario (AGO en las siglas en inglés), reúne más de 300 imágenes y exhibe cinco películas hasta el 29 de mayo.

Los promotores de la exposición quieren rendir un homenaje a los artistas que ayudaron a "cambiar la forma de vida en los EE UU" mostrando socialmente a personas que no necesitan de la aprobación ajena para ser felices y sentirse a gusto y que no por ello caen en sendas delictivas o de ruina personal y física.

Fotógrafos y cineastas decididos a "captar la complejidad y diversidad de la vida" y lograr a través de su obra "rechazar y modificar la percepción dominante" sobre los outsiders, componen el elenco de la muestra. Entre los artistas presentes están Diane Arbus, Nan Goldin, Danny Lyon, Gordon Parks, Garry Winogrand, Kenneth Anger, Robert Frank, Alfred Leslie y Marie Menke.

Una de las comisarias de la exposición, Sophie Hackett, considera que no es casual que fuesen la fotografía y el cine, gracias a su "impulso documental", los primeros medios en mostrar "nuevas y complejas" realidades sociales que pasaron desapercibidas por el arte canónico. El museo canadiense muestra, por ejemplo, 170 fotos tomadas dentro de la Casa Susanna, un refugio pionero para travestis y transexuales que funcionó en los años sesenta en Hunter, un pueblo del estado de Nueva York.

Completan la exposición obras de Lyon dedicadas a la subcultura de la motocicleta; personajes únicos y con carácter casi freak retratados por Arbus; visiones automáticas de héroes cotidianos mostrados por Winogrand, padre de la foto callejera; reportajes sobre los derechos civiles de Parks, e imágenes de la fotógrafa grunge Goldin sobre la vida en el lado salvaje de las dependencias.

Entre las películas añadidas a la muestra destacan los filmes underground Pull My Daisy (1959), donde Frank y Leslie retratan la escena de los poetas beatnik, y Scorpio Rising (1964), la saga de Anger sobre una pandilla de motoristas homosexuales. Los cineastas "esquivaron los imperativos narrativos del cine comercial" y, en su lugar, filmaron "sus entornos, sus cuerpos, la vida cotidiana y la muerte", dando entrada a "marginados de la sociedad: chaperos, prostitutas, drogadictos, homosexuales y excéntricos".