El interminable poder creativo del 'collage', el arte de lo inesperado

  • Una antología de 70 artistas explora la soprendente diversidad de la técnica del recorte de piezas de procedencia diversa para ensamblarlas en una obra nueva.
  • El segundo volumen de 'La era del collage' selecciona creaciones clásicas de John Baldessari y Richard Prince y de nuevos talentos como Lola Dupré y Mat Maitland.
  • Basado en la 'construcción destructiva' —la creación con la suma de elementos pegados, clavados, insertados, cosidos...—, es 'subversión pura', dice el autor.
Obra de Matthieu Bourel, artista francés afincado en Berlín, influido por el cine y por el surrealismo de Max Ernst
Obra de Matthieu Bourel, artista francés afincado en Berlín, influido por el cine y por el surrealismo de Max Ernst
Matthieu Bourel, from 'The Age of Collage Vol. 2' © Gestalten 2016
Obra de Matthieu Bourel, artista francés afincado en Berlín, influido por el cine y por el surrealismo de Max Ernst

Hay algo primario e infantil en recortar pedazos de papel para luego ensamblarlos y, como si gozásemos del poder creativo de un dios, confeccionar algo distinto y sin nombre. En esas dos capacidades, la sorpresa de inventar y la subversión de darle la vuelta al uso o sentido originales de los objetos, yace el interminable poder creativo del collage, la técnica que toma su nombre de la palabra francesa coller, goma, y que propone la creación de una obra nueva a partir de los desechos, trozos o despieces de materiales de cualquier procedencia.

El irresistible poder poético de este método que parece un juego y que permanece "tan fresco como siempre" pese a su veteranía —según algunos, centenaria: en Japón se usaba una forma similar en el siglo X—, está basado en un sólo principio angular: la subversión. Lo afirman Dennis Busch y Robert Klanten, editores y recopiladores del libro The Age of Collage Vol. 2 - Contemporary Collage in Modern Art (La era del 'collage' volumen 2. 'Collage' contemporáneo en al arte moderno).

Poder y poesía

"Reunir imágenes, separarlas de su contexto original y pegarlas para construir nuevas composiciones es un acto subversivo, a veces una forma sutil de protesta airada (...) La subversión como centro del collage explica su interminable capacidad para sorprender. El collage contemporáneo continua poniendo a prueba los límites de una técnica que encierra tanto poder en su poesía como poesía en su poder", escriben los editores en el prólogo de la obra, titulado, con nada disimulada pasión, El poder poético del collage.

El libro, segunda parte del volumen que en 2013 anunciaba una nueva edad de oro del collage, es una guía de navegación por los muy amplios terrenos de una técnica que practicaron Picasso, los dadaístas, surrealistas y otros vanguardistas y que algunos incluso adivinan en los altares policromados y adornados con pan de oro de las iglesias medievales y barrocas europeas. De amplitud considerable [320 páginas, PVP: 44 euros], el tomo acaba de ser publicado por la editorial Gestalten e incluye una profusa selección de obras de 70 artistas apasionados por el collage.

Baldesari lo quemó todo

Además de artistas consolidados como el estadounidense John Baldessari (1931), un referente del conceptualismo que se ha servido del remix desde que en 1965 decidió entregar a las llamas todas las pinturas que había creado hasta entonces para dedicarse al arte no dogmático del humor, la procacidad y la implicación personal —emplea cartas autógrafas e imágenes de su archivo privado para sembrarlas de grandes puntos de colores planos—.

Entre las primeras figuras aparece el también estadounidense Richard Prince (1949), un apropiacionista vocacional que logró vender en 2005 una recreación del famoso anuncio del cowboy de Marlboro por un millón de dólares, una cifra de locura para un collage. Para Prince no hay diferencia entre fotografiar y, como él dice, refotografiar. Tampoco establece límites entre obras propias y esforzadas y piezas que salen a su encuentro por azar en tiendas de segunda mano o mercadillos. "No veo ninguna diferencia entre lo que colecciono y lo que hago", dice.

La 'deformadora' Lola Dupré

El libro señala también a algunos de los más destacados nuevos valores del collage, como Lola Dupré (nacida en Argelia en 1982 y residente en las Alpujarras granadinas), que deforma fotos y obras de arte famosas hasta convertirlas en grotescas figuras que parecen troceadas por un caleidoscopio cortante, y el inglés Mat Maitland (1971), que usa herramientas digitales y se convirtió en un autor de culto cuando firmó los diseños gráficos de los ábumes The Information, de Beck; Black Cherry, de Goldfrapp, y Xscape, uno de los trabajos póstumos de Michael Jackson.

Los editores hacen hincapié en que el collage ha trascendido las fronteras entre las disciplinas artísticas y se ha proyectado de manera imparable. Aunque en principio fue notable entre los cartelistas e ilustradores con fines propagandísticos, derivó en el fotomontaje, fue llevado a la arquitectura, al cine, a la literatura, el vídeo y, con la eclosión digital, al arte virtual. La "libertad combinatoria" de la técnica puede encontrarse incluso en la música, con la proliferación de los remixes.

Para Busch y Klanten estamos frente a la forma artística que, mediante la "construcción destructiva", mejor ha simbiotizado la realidad de un mundo globalizado, donde lo sobrante es grosero y la abundancia de materiales "resulta infinita". El collage, añaden, es la manera más precisa y subversiva de hacer uso de la "cultura del exceso" y también poner de manifiesto la "saturación visual" del mundo.

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