"La fotografía es una ventana y lo que nos interesa es lo que hay más allá de la ventana; a lo cual se podría oponer: bueno, cuidado, porque cuando miro a través de una ventana se interpone un cristal, y a veces se rompe, o se ensucia, y deja de ser completamente transparente; o puede ser un cristal esmerilado que difumina la realidad, o un cristal muy grueso que produce una gran difracción, o tener unas taras que llegan a cambiar el tipo de formas que a ti te parece ver... En definitiva, primero vamos a analizar lo que es una ventana".
El párrafo del crítico de arte Sema D'Acosta es el mejor marco para contener la obra del fotógrafo catalán Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), un ilusionista a quien importa tanto la chistera como el conejo. A lo largo de las últimas cuatro décadas, ha demostrado que trata con los mismos modos —humor corrosivo, fantaseo, ambigüedad, la puesta en solfa de la realidad hegemónica que nos venden— a la ventana y a lo que vive más allá de ella. Gran transformista de la imagen, camaleón y cuentacuentos, Fontcuberta llega a Madrid.
Respuesta a Descartes
Imago, ergo sum, es decir Imagen, luego existo, es no solamente una respuesta a Descartes, santo padre del racionalismo, sino también un resumen de intenciones. Bastante ácrata y juerguista, Fontcuberta, como añade D'Acosta, quiere "accionar resortes inesperados" para "dejar que el espectador suponga, no tanto para poner a prueba su credulidad, como para impulsarlo a cuestionarse aquello que sobrentiende o da por asentado".
El lema alternativo a Descartes es el título de una amplia exposición de la obra desde 1982 de uno de los más importantes creadores de ficciones fotográficas de las últimas décadas, un hombre que ha sido, entre otros avatares, astronauta, talibán, naturalista, artista del constructivismo, descubridor de constelaciones y monje levitante. La muestra estará en cartel en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid hasta el 27 de marzo de 2016.
Sirenas y fauna, en dos museos
Además de dos apéndices en centros científicos —los museos nacionales de Antropología, donde expondrá sus sirenas, y el de Ciencias Naturales - CSIC, que albergará algunas de sus obras sobre fauna—, Fontcuberta verá editado el volumen Imago, ergo sum, que publica La Fábrica [190 páginas, edición español-inglés, 45 euros], que completa la exposición, recopila ocho series de trabajo de Fontcuberta de entre 1982 y 2014 y añade textos del fotógrafo, un análisis de D'Acosta, un ensayo de Josep Ramoneda y una larga entrevista con el protagonista de todo el tinglado.
La obra de este subversor, que confiesa haber cambiado su mirada en los últimos tiempos al pasar de un humor corrosivo a otro "más sutil, más amargado, tal vez como el que destila Cervantes en El Quijote", tiene, según los organizadores de la exposición, "especial relevancia en la actualidad, ya que encaja íntimamente con una de las grandes preocupaciones de la sociedad contemporánea: la relación entre imagen, fotografía y verdad".
Para Ramoneda el secreto de Fontcuberta reside en el uso inteligente y nada orgulloso de la "poética de la ironía" mediante el dominio de la parodia, la fabulación y la representación. El fotógrafo, añade en el ensayo insertado en el libro-catálogo, "nos está situando permanentemente ante la contradicción principal de la experiencia humana: la vida no tiene sentido, pero el sentido es necesario para la vida (...) Todos podemos soñar en ser cosmonautas. La cuestión está en entender que el principio de realidad, tarde o temprano, hará irrumpir la diferencia entre ser y jugar a ser. Fontcuberta nos anticipa la sorpresa, al someternos permanentemente a este juego".
El espectador decide
Componen el volumen ocho series, Herbarium, Fauna, Sputnik, Securitas, Pin Zhuang, Milagros, Deconstructing Osama y Trepat. Presentan material híbrido que podría ser real o ficticio y es el espectador quien debe decidir el grado de confianza y verosimilitud que otorga a un bestiario de seres desconocidos, a viajes espaciales de la era soviética o los trabajos como modelo publicitario de un secuaz de Bin Laden.
Iniciado en la fotografía desde la práctica de la publicidad, Fontcuberta ha elaborado un gran cuerpo de trabajo que gira en torno a la misma idea: las imágenes vistas como interrogatorio sobre la veracidad. Es uno de los fotógrafos españoles más laureados: en 1998 ganó el Premio Nacional de Fotografía y en 2013 el Premio Hasselbald.
Prolífico también como ensayista, Fontcuberta opina que la fotografía es "una herramienta para negociar nuestra idea de la realidad. Por lo tanto, es responsabilidad de los fotógrafos no contribuir con imágenes anestésicas sino proporcionar imágenes que sacudan la conciencia. Mi trabajo trata de poner en práctica una pedagogía para combatir la duda fundamental".
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