La Junta archiva la denuncia de ANPBA por la muerte de tres toros en los encierros de Cuéllar (Segovia)

El maltrato animal no consta en el acta del delegado de la autoridad nombrado para el festejo

La denuncia presentada por la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA) por la muerte de tres toros en uno de los encierros de Cuéllar (Segovia), festejos reconocidos como los más antiguos de España, ha sido archivada.

La Delegación Territorial de la Junta en Segovia ha confirmado a Europa Press que tras examinarse la denuncia y en base al acta del delegado de la autoridad que actuó en el encierro celebrado el pasado 31 de agosto —la Guardia Civil— se ha resuelto archivar las actuaciones y no iniciar expediente sancionador, tal y como había solicitado ANPBA en su escrito.

En el acta, un modelo tipo que ha de cumplimentarse y en el que se reflejan las incidencias, existe una casilla expresamente dedicada a maltrato cruel. Aunque sí se recoge el desarrollo de los hechos y el fallecimiento de los astados, en el documento no consta sin embargo que hubo maltrato animal.

ANPBA, que ya ha sido informada de la resolución, ha decidido presentar recurso de alzada contra el archivo de las actuaciones. Según la Delegación, dicho recurso deberá ser resuelto por el director general de la Agencia de Protección Civil, José Luis Ventosa, una vez recabada la información necesaria.

La denuncia fue interpuesta el pasado mes de septiembre mediante escrito formal presentado en vía administrativa por el presidente y representante legal de ANPBA, Alfonso Chillerón, ante las "extrañas y espantosas" muertes de tres toros en Cuéllar, "aparentemente exhaustos y reventados en pleno recorrido hasta el punto de perder la vida en el transcurso del encierro".

La organización solicitó el inicio de una investigación para aclarar los hechos y para que se determinaran oficialmente las causas que llevaron al fallecimiento de los astados para que, en su caso, se abriera expediente sancionador y se depuraran responsabilidades.

En su escrito, ANPBA condenó el "acoso sin tregua" que sufren los toros de la localidad de Cuéllar, que se ven rodeados de un "maremágnum" de centenas de caballos y caballistas provistos con garrocha, así como de un gentío en la zona urbana que incita a los animales, utilizando para ello incluso prendas de ropa. Según señaló, se trata de un acoso que provoca que los astados, estresados, embistan "en un desesperado intento de huida hacia delante".

La Asociación explicó que los toros son animales muy gregarios y sensibles, que se estresan fácilmente al ser separados de su manada y sentirse perseguidos.

Para ANPBA, los hechos podrían haber contravenido el decreto por el que se aprueba el Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de Castilla y León, que garantiza la protección de las reses utilizadas en estos festejos.

En cuanto a la incoación de procedimiento administrativo sancionador, recoge en su escrito una sentencia del Tribunal Supremo de 1987 en la que el juez estimaba la obligación de la Administración de abrir expediente sancionador siempre que en el caso se den indicios suficientes de la comisión de una falta o infracción administrativa.

"toros de gran casta y pureza"

La muerte de los tres animales, procedentes de la ganadería de El Canario, se produjo en el segundo de los populares encierros cuellaranos que organiza el Ayuntamiento. Uno de ellos cayó muerto a las puertas del tramo urbano, en el conocido como 'embudo', mientras que los otros dos se desplomaron en las calles, poco antes de alcanzar el coso.

Tras el recorrido por el campo, estos dos últimos escaparon desde el embudo hasta la Cuesta de Castilviejo y fueron después reconducidos hacia el embudo, desde donde iniciaron de nuevo el descenso hasta el tramo urbano. Una vez en las calles, los astados derrotaron repetidamente contra las talanqueras antes de quedar tendidos en el suelo.

El alcalde de la villa, Jesús García, señaló tras los hechos que los toros de El Canario son animales con pesos superiores a los 500 kilos y que tienen mucha casta y pureza, lo que les impulsa a seguir arremetiendo mientras les queda un suspiro de vida.

El regidor defendió la decisión de reconducir a las reses escapadas de nuevo hacia el embudo e iniciar el descenso hacia las calles, una situación que se ha dado en años anteriores sin que los animales terminaran muertos.

García explicó asimismo que había dado orden para que los dos astados que finalmente emprendieron la bajada —los que fallecieron antes de alcanzar el coso— no llegaran a las calles y fueran guardados en los corrales del embudo, aunque no fue posible por el "arranque" de los mismos. De cualquier forma, aseguró que no llevarlos hacia el embudo habría sido más arriesgado por el peligro que entrañaba para la población.

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