Abuelos y niños mantienen viva la historia con sus leyendas

Un concurso de relatos recupera en Bilbao los cuentos que la tradición oral ha hecho llegar hasta nuestros tiempos.
Cuenta la tradición oral que en la noche de San Juan, las brujas vascas se reunían en torno a una hoguera y lanzaban sus hechizos, en lo que se conoce como akelarre. Esta historia no escrita ha permanecido entre nosotros gracias a los cuentos que los abuelos han ido contando a sus nietos.Mantener esta cultura es el objetivo del concurso literario Relatos Recuperados de la Tradición Oral que organiza por tercer año consecutivo la asociación de personas mayores Hartu-emanak, de Bilbao. En él, mayores de 50 años y niños de hasta 14 pueden dejar por escrito las historias que unos recuerdan y que a los otros les han contado sus abuelos o personas de su entorno.

Historias de una Euskadi rural, recuerdos de la niñez, leyendas de extraños personajes y fantasmas del pasado se entremezclan entre los relatos de grandes y pequeños.

El concurso, al que el año pasado se apuntaron 93 participantes, culmina con la publicación de un libro con los ganadores y algunos relatos seleccionados. «Es una forma de que esta tradición oral no se pierda en el olvido, al quedar por escrito; además, es lo que más les gusta a los que participan», explica Raquel García, de Hartu-emanak.

El concurso se divide en dos categorías: mayores y niños; asimismo, cada una de ellas tiene la modalidad de euskera y castellano. Los interesados pueden enviar sus relatos hasta el 31 de octubre (Príncipe, 5, 1.º; 48001 Bilbao). El fallo del jurado y la entrega de premios se celebrará el 3 de enero de 2008.

Ganadora del concurso del año pasado

María Teresa Osés. 72 años, Lekeitio.

«Si no queda escrito, se pierde».

La historia de un viejo reloj de sala en un caserío, que le contó un amigo hace unos 12 años, le sirvió a María Teresa Osés, chilena afincada en Lekeitio hace más de 30 años, para ganar el concurso el año pasado. «Me quedé impresionada por la historia y tuve que escribirla», explica esta amante de los relatos, que nunca ha dejado de escribir. «Cuando llegas a mi edad, te das cuenta de todo lo que se ha perdido por no haberlo escrito», dice.

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