Después de varias semanas de trabajos, los operarios municipales terminaron ayer la reparación de baldosas en la calle del Príncipe. Las vallas situadas a lo largo de toda esta céntrica calle convirtieron ayer los paseos de los vigueses en una gincana. El objetivo era evitar el paso de los peatones sobre las zonas renovadas para que el cemento se fijase bien en el suelo. Ahora, los obreros se han trasladado a la calle Manuel Núñez en su confluencia con Urzáiz, donde ultiman las tareas de humanización.
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