Los ideales del romanticismo alemán rebrotan en 'Zeigeist'

  • Una exposición muestra la respuesta artística del 'mundo pangermánico' al racionalismo y la revolución industrial del siglo XIX.
  • El Museo Getty de Los Ángeles reúne pinturas, dibujos y grabados de los místicos Caspar David Friedrich, Philipp Otto Runge, Gustav Klimt, Alphonse Mucha...
  • Desde la pinacoteca opinan que el romanticismo recibe de forma inmerecida 'menos atención' que el impresionismo francés.
'Un paseo al atardecer', óleo de Friedrich que resume todos los ideales de los románticos
'Un paseo al atardecer', óleo de Friedrich que resume todos los ideales de los románticos
The J. Paul Getty Museum, Los Angeles
'Un paseo al atardecer', óleo de Friedrich que resume todos los ideales de los románticos

Quizá un solo cuadro baste para quedarse con la esencia de la exposición. En el inquietante óleo A Walk at Dusk (Un paseo al atardecer), pintado en algún momento entre 1830 y 1835, Caspar David Friedrich (1774-1840), un artista solitario y meditabundo, muestra a un hombre embozado caminando por un paisaje misterioso, una especie de tumba megalítica, a la luz fría de la luna creciente. El protagonista, tal vez una representación del pintor —que también gustaba de la errancia en solitario—, es apenas una sombra en un lugar vacío aplastado por un cielo añil y punteado por árboles sin hojas.

La ensoñación sobre la muerte y el paso del tiempo, rumiar sobre la vida y entender que la naturaleza también tiene derecho a participar en ese discurso interior era el afán principal del romanticismo alemán, el estilo basado en la libertad, el sentimiento y la espontaneidad y en el desprecio por la racionalidad. El poeta Charles Baudelaire enumeraba las características notables del movimiento: "intimidad, espiritualidad, color y tendencia al infinito".

El 'padre' Goethe

La zona europea donde el movimiento caló con más fuerza fue el área germánica, integrada por Alemania, Austria y Chequia. Ya en el siglo XVIII, Goethe, de quien se ha escrito que fue "el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra", gestó una forma de entender el mundo basada en la libertad y los sentimientos —resumida en el famoso retrato en la campiña romana que idealiza el carácter helenizante de la filosofía del maestro—.

Este ideal fue desarrollado y ampliado, a lo largo del XIX,  por toda una generación de artistas, entre ellos el poeta Hölderlin, la gran voz del romanticismo puro. Uno de sus poemas podría ser recitado por el fúnebre protagonista del cuadro de Friedrich: "Es inútil: esta época estéril no me retendrá. / Mi siglo es para mí un azote. / Yo aspiro a los campos verdes de la vida / y al cielo del entusiasmo".

El 'espíritu del tiempo'

A partir de la idea del zeitgeist (espíritu del tiempo) el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles (EE UU) presenta una exposición que reivindica los valores de los románticos del "mundo pangermánico" porque, dicen los organizadores, sus propuestas han recibido de forma inmerecida "menos atención" que otros movimientos artísticos del siglo XIX, por ejemplo y sobre todo, el impresionismo francés.

Zeitgeist: Art in the Germanic World 1800–1900 (Zeigeist: arte en el mundo germánico, 1800-1900) muestra, hasta el 17 de mayo, medio centenar de pinturas, grabados y dibujos que condensan la postura ética y artística de los románticos alemanes. Entre las piezas reunidas por la pinacoteca californiana, además de la obra cumbre de Friedrich citada al principio, aparecen las firmas de Philipp Otto Runge, Gustav Klimt y Alphonse Mucha...

'Espectaculares transformaciones'

La muestra pretende mostrar mediante la pintura como las "espectaculares transformaciones" registradas en la vida cultural, económica y social en el siglo XIX —la revolución industrial, la unificación formal de Alemania como nación y la consolidación del psicoanálisis como sistema de comprensión de la psique humana— generaron un zeitgeist que hizo posible el florecimiento romántico.

Frente al racionalismo, la línea, la virtud y el clasicismo, los románticos promovían la pasión, lo imaginario, el desorden, la exaltación casi irracional, el color, la pincelada y el culto mitológico.

La naturaleza como fuerza primordial de transformación, quizá la gran base de actuación de los artistas plásticos del romanticismo, se conjugó a finales del siglo con la sensualidad y el hedonismo de los secesionistas y decadentistas austriacos. Un bello dibujo de Klimt, Portrait of a Young Woman Reclining (1897-98), es una de las estrella de la exposición.

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