El traslado de presos de Guantánamo a Uruguay reactiva una política congelada por EE UU

  • Este grupo de presos, de baja peligrosidad, es el más numeroso transferido a otro país desde 2009, cuando se paralizaron los traslados.
  • Desde enero de 2002, 779 presos han pasado por las dependencias de Guantánamo, aunque desde entonces han sufrido una fuerte evolución.
  • El cierre de la prisión ha sido uno de los principales reclamos y promesas de Obama desde 2008, una promesa que no parece que se cumpla a corto plazo.
Imagen de la prisión de Guantánamo.
Imagen de la prisión de Guantánamo.
GTRES ONLINE
Imagen de la prisión de Guantánamo.

Comenzó como una suerte de cárcel hecha de remiendos, jaulas que imitaban celdas reutilizadas de un viejo campo de retención de balseros cubanos que acababan allí, pero, lejos de ser una respuesta temporal al terrorismo internacional, terminó siendo el penal de máxima seguridad más conocido del mundo.

Es la prisión de la Bahía de Guantánamo, situada a apenas 1.000 kilómetros de La Habana y que desde este domingo cuenta con seis inquilinos menos, seis presos de baja peligrosidad contra los que nunca se presentaron cargos y que desde ahora vivirán casi con total libertad en Uruguay.

Este grupo de seis detenidos es el más numeroso transferido a otro país desde 2009, cuando se inició una parálisis en las repatriaciones de aquellos reos que habían recibido el visto bueno para abandonar el penal en suelo cubano en el que llevan más de una década.

Desde enero de 2002, apenas unos meses después de que el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, iniciara su guerra contra el terror tras los atentados de las Torres Gemelas, 779 presos han pasado por las dependencias de Guantánamo, aunque estas, desde entonces, han sufrido una fuerte evolución.

El denominado Campo X-Ray, al que llegaron los primeros detenidos en aquel entonces, estaba compuesto por celdas de apenas un metro y medio cuadrado, pegadas las unas a las otras, y con el único resguardo de un techo precario cuya única virtud era proporcionar sombra.

Aunque apenas fue utilizado unos meses, allí los reos hacían sus necesidades sin ningún tipo de intimidad y sufrían las altas temperaturas del Caribe en unas condiciones infrahumanas, viviendo en unos habitáculos de los que solo salían para ser trasladados a los barracones de interrogación.

En la actualidad, esas dependencias siguen en pie, intocables, por las investigaciones que aún penden sobre las prácticas trufadas de tortura que los cuerpos de inteligencia estadounidenses llevaron a cabo allí y debido al escrutinio de la comunidad internacional y las asociaciones de derechos humanos.

Las condiciones en otros campos

Hoy, el grueso de los presos se divide entre los Campos V y VI, dos complejos que fueron construidos dentro de uno más grande denominado Delta y donde los detenidos, dependiendo de su comportamiento, pueden gozar de peores o mejores condiciones.

Uno de los métodos de protesta por su situación han sido las sucesivas huelgas de hambre, decisión por la que se les confina a sus celdas individuales sin posibilidad de interactuar con otros reos y con limitado acceso a actividades de recreación.

Sin embargo, aquellos que siguen las pautas del penal, según explican los propios militares que dirigen la prisión, tienen la posibilidad de comer en un salón comunal, solicitar libros, películas u otros espectáculos audiovisuales, así como asistir a clases de manualidades o idiomas.

Los presos de máxima seguridad, aquellos que ya han sido encausados por ser parte o cerebro de los atentados del 11-S o de otros atentados, están confinados en el Campo VII, un lugar secreto de la bahía al que la prensa no ha tenido acceso.

Con la transferencia de estos seis presos que cambiarán Guantánamo por Uruguay, el número total de detenidos que aún se encuentran en las instalaciones asciende a 136, de los cuales 67 ya han recibido aprobación para ser transferidos y 59 tienen sus casos en proceso de revisión. Sólo diez personas de las citadas casi 800 están siendo procesadas.

La promesa del cierre de la prisión

El cierre definitivo de la cárcel fue uno de los principales reclamos y promesas que desde su campaña presidencial en 2008 ha hecho el presidente Barack Obama, sin embargo, a dos años de finalizar su segundo mandato aún restan más de un centenar de presos en sus instalaciones.

La mayoría del Partido Republicano se opone a clausurar la cárcel, entre otras cosas porque rechazan que los terroristas que están siendo procesados sean llevados a cárceles en territorio estadounidense.

Aún así, el goteo de transferencias como la de este domingo se ha acelerado en los últimos meses y, aunque pocas, aún existen posibilidades reales de cerrar una prisión que ya parece eterna.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento