Jaime, de 22 años: "Mi empleo más duradero, de cajero de supermercado y por un mes"

  • Lleva cuatro años apuntado al paro y dice que para los jóvenes como él solo hay empleos precarios por horas en hostelería y comercio.
  • Algunos de su pandilla han ido a "mendigar empleos y cursos" a la Iglesia.
  • Se ha planteado emigrar para trabajar, pero no da el paso por falta dinero.
  • El paro baja en 14.688, pero el 92% del nuevo empleo es temporal.
Jaime Pérez Hernández, 22 años, lleva cuatro intentado encontrar un empleo que dure más de un mes.
Jaime Pérez Hernández, 22 años, lleva cuatro intentado encontrar un empleo que dure más de un mes.
Elena Buenavista
Jaime Pérez Hernández, 22 años, lleva cuatro intentado encontrar un empleo que dure más de un mes.

Ocupa el decimoquinto lugar en la cola del paro en esta mañana fría en la capital y es el más joven de los presentes. No sabe todavía que las noticias andan diciendo que el paro bajó en noviembre en 14.688 personas en España, el mayor descenso en 19 años, que es casi toda la vida de Jaime Pérez, madrileño, 22 años. Jaime es el único de la fila dispuesto a ponerle cara e historia a los números del día. Que todavía son 4.512.116 los parados en España. El resto de los que pacientemente aguardan en fila de a uno miran con recelo, gruñen contra los ladrones que les han robado hasta la esperanza y se cierran como conchas en la vergüenza.

Jaime no siente culpa ninguna por su situación. Él buscar, busca. Pero no encuentra. Además, hay tantos en su lugar. Sin ir más lejos, la mayoría de los amigos de su pandilla, que algunos hasta andan yendo a la Iglesia "a mendigar caridad" en forma de cursillos y trabajos.

"Yo te cuento mi historia", dice Jaime, "pero es la historia de un joven más que lo que quiere es encontrar un maldito trabajo, aunque sea de becario, y al que solo le ofrecen cursos que no sirven de mucho".

Hoy Jaime no se ha afeitado, será que espera poco de la cita para la que hace cola. Pero aquí sigue. Lleva cuatro años en las listas del paro, desde que en 2010 dejara el bachillerato en Humanidades, que ahora intenta terminar en horario nocturno. En todo este tiempo, 48 meses, el trabajo más duradero que ha conseguido es "de cajero en una cadena de supermercados de barrio, que duró un mes". Todo lo demás han sido sustituciones por días y hasta por horas, de reponedor o camarero, conseguidas a través de empresas de trabajo temporal.

Sin dinero ni para emigrar

En los servicios públicos de empleo lo que le ofrecen son cursos formativos. "Los he hecho todos y la mayoría son para emprendedores". Un sinsentido, en su opinión, "porque la cosa no está ahora como para montar un negocio. Si no hay dinero ni para dar empleo, ¿cómo va a haberlo para emprender?", se pregunta. "No me veo, no. Tendría que pedir préstamos y eso ahora mismo es un callejón sin salida".

Viviendo en el país con la mayor tasa de paro juvenil de Europa, Jaime aplaude a los valientes de su generación que hacen las maletas y se marchan al extranjero a trabajar. No crean, él también lo ha pensado alguna vez. "Pero es que hasta para salir fuera te hace falta tener dinero", se lamenta. Así que aquí sigue, en Madrid, en casa de papá y mamá. Claro que le gustaría independizarse, pero no va a ser posible.  "Uf, lo veo muy lejos, tal y como están las cosas".

Por soñar, se imagina en un empleo "de becario" en algún oficio relacionado con la imagen y el sonido, pero despierta a la realidad de esta cola del paro y lo descarta. "Ese sector está incluso peor que otros", asegura. Por su formación se ve más bien abocado, y si hay suerte, a un trabajo  "en jardinería o en  hostelería" que le permita ampliar su formación. Sus padres le empujan a diario para que "acepte lo que sea, y como sea".  Aunque por ahora, lo único que consigue es "juntar algo de calderilla" apuntándose a las agencias que buscan público para los programas de la televisión.

Un par de horas después de haber compartido espera en la oficina de empleo, Jaime da a través del móvil su impresión sobre los celebrados buenos datos de la evolución del paro de noviembre. Suena tajante: "Nada ha mejorado. Los datos son un engaño a la población. No hay futuro para los jóvenes", sentencia.

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