Araki se entrega a la 'seducción del infierno' pintarrajeando sus fotos más famosas

  • A los 74 años el fotógrafo japonés dice sentirse cerca de la muerte y se entrega a pintar con brochazos drásticos algunas de sus admiradas imágenes de 'bondage'.
  • 'Infierno seductor' reúne en Ámsterdam las últimas series del polémico artista.
  • Enlaza estas obras radicales y dolientes con las primeras fotos que hizo a su amada esposa Yōko, muerta en 1990 y a quien añora 'cada días más'.
Una de las fotos de la serie 'Infierno seductor' que Araki expone en Ámsterdam
Una de las fotos de la serie 'Infierno seductor' que Araki expone en Ámsterdam
© Nobuyoshi Araki in collaboration with Galerie Alex Daniëls-Reflex Amsterdam
Una de las fotos de la serie 'Infierno seductor' que Araki expone en Ámsterdam

A Nobuyoshi Araki (Tokio, 1940) le queda poco por demostrar. Es uno de los artistas japoneses más famosos de nuestro tiempo; no ha dejado de editar libros —a nada menos que 400 títulos se eleva su bibliografía, porque siempre ha considerado que el fin último de la fotografía no es la exhibición de copias colgadas de una pared, sino la edición impresa de volúmenes, fanzines, álbumes o libros en cualquier formato— y siempre está dispuesto a combinar lo meramente artístico con las buenas, en términos económicos, jugadas comerciales, como su editorial de moda en Vogue con Lady Gaga en 2009 (al que siguió una serie de Polaroid que dio mucho que hablar)—.

Cronista provocador y explícito de la muerte, que entiende como una prolongación del sexo, Araki dice que en este momento siente cerca el final de su vida, el "crepúsculo" de una carrera creativa que siempre ha querido mostrar al público sin vergüenza ni reparo. Ahora llega a Europa con ARAKI Ojo Shashu. Photography for the After Life: Alluring Hell (Fotografía para después de la vida: el infierno seductor), una exposición en el museo FOAM de Ámsterdam del 19 de diciembre al 11 de marzo.

Muñecas y Godzilla

Como en todas las antologías de Araki, esta se compone de restos de su prolífica obra. La única novedad es la serie qARADISE, oscuras imágenes de flores, muñecas ensangrentadas y objetos pop japoneses, entre ellos figuras de Godzilla, y El infierno seductor que, se nos dice, está formada por imágenes de 2008 que fueron aparcadas por Araki hasta que volvió a "redescubrirlas" este año. La fascinación por el infierno no es nueva en la obra de un artista en continuado estado de melancolía desde la muerte en 1999 de su amada esposa Yōko, a quien, dice, añora "cada día más".

Las fotos son copias en blanco y negro de algunas de las obras más conocidas de Araki, basadas en el bondage japonés, con fotos de modelos atadas y colgadas según las técnicas del Kinbaku-bi (literalmente, la belleza del atado apretado), pero pintarrajeadas por el artista con drásticos brochazos de colores muy vivos, casi siempre rojos, amarillos y azules. Desde el museo hablan de "trascendencia y melancolía" y de las conocidas "obsesiones" del japonés por el encordado de mujeres desnudas y la dominación sexual consentida.

'Exploración existencial'

Las dos primeras palabras en japonés del título de la exposición, Ojo Shashu, son una referencia al libro japonés-budista influyente Ōjōyōshū (Lo esencial del renacimiento en la tierra prometida), un texto budista escrito por un monje en torno al año 985 con instrucciones para obtener la purificación antes de la muerte. La muestra de fotos, dicen desde el museo, es "un recorrido de exploración existencial de la vida (sexo) y la muerte a través de la fotografía" y también una "aceptación" de que el final se acerca y es necesario buscar la "conciliación".

Aunque no suele juzgarse al fotógrafo, en activo desde mediados de los años sesenta, como un autor especialmente místico, "el equilibrio de las polaridades es un hilo principal que corre a través de su obra", añaden los organizadores de la exposición. También le interesan, detallan, las dualidades de "la banalidad y la espiritualidad, la luz y la sombra, la verdad y el disfraz, la realidad y la ficción, la racionalidad y la pasión, la creación y la destrucción, la seducción y la decadencia, la vida y la muerte, el paraíso y el infierno".

Erótico, anarquista, vulgar, sentimental...

Desde que comenzó su carrera fotográfica a mediados de los años sesenta, Araki ha jugado al azar, las fotos accidentales, la lascivia erótica, el anarquismo, la vulgaridad y el sentimentalismo. El efecto acumulativo de tanto giro puede resultar abrumador, dado que este frenético trabajador ha desarrollado también un gran interés por la vida de las grandes ciudades, que entiende como matrices llenas de modos de vida, las flores, la muerte y la intimidad.

Con mucha mayor vehemencia que cualquier otro artista contemporáneo, Araki se ha expuesto al escrutinio público al mostrarse y mostrar su vida ante la cámara. Siempre practicó el exhibicionismo. Un ejemplo que le define es su historia conyugal: se casó con una compañera de trabajo en la agencia Dentsu, Yōko Araki, y publicó una serie de fotos muy explícitas de su luna de miel, Sentimental Journey. Cuando Yōko murió de un cáncer su marido retrató sus últimos días y los editó en otro libro conmovedor, Winter Journey.

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