Gran Vía de obstáculos

Los discapacitados califican la avenida de calle peligrosa. Los semáforos carecen de señales acústicas y el desnivel de las aceras la hacen intransitable.
La invidente Cristina González tropieza con obstáculos en la calle y abajo Alcázar García muestra un escalón para acceder a un edificio (Torres).
La invidente Cristina González tropieza con obstáculos en la calle y abajo Alcázar García muestra un escalón para acceder a un edificio (Torres).
La invidente Cristina González tropieza con obstáculos en la calle y abajo Alcázar García muestra un escalón para acceder a un edificio (Torres).
Recorrer la Gran Vía y la avenida de la Constitución en una silla de ruedas es jugarse la vida. Alcázar García, de la asociación Luna Granada de Mujeres con Discapacidad, lo comprobó ayer al volcarse su silla cuando intentaba cruzar por el paso de peatones situado frente al instituto Padre Suárez.Un grupo de integrantes de este colectivo transitó las dos avenidas para demostrar que «el Ayuntamiento no ha tenido en cuenta nuestros informes al reformarlas y ha convertido esta zona en una de las más peligrosas de la ciudad».

Aceras con desnivel que hacen que los carros se vuelquen, canales que se llenan de agua de lluvia e impiden a la gente con muletas subir al autobús, alcorques sin vallas protectoras o pilonas en los pasos de peatones son algunos de los obstáculos que deben salvar a diario en Gran Vía y Constitución las personas con problemas de movilidad.

Todo ello para los que no pueden andar o tienen dificultades al caminar. Los invidentes lo tienen aún más complicado porque los semáforos carecen de señales acústicas, los cruces de las calles no están señalizados con un firme diferente y el mobiliario urbano, además de estar situado en medio de las aceras, es demasiado bajo por lo que se golpean en la cabeza.

«Dicen que ha quedado bonito, pero para nosotras es una ratonera», afirma la presidenta de Luna.

«Ha sido peor el remedio»

La asociación Luna considera que la reforma de Gran Vía y Constitución «ha dejado peor las calles para los 12.000 discapacitados que vivimos en Granada y su provincia, sin contar con las personas mayores de 65 años con problemas de movilidad o las madres con carritos de bebé». El colectivo cree «que ha sido peor el remedio que la enfermedad porque son intransitables».

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