Las pistas clave que llevaron al pederasta de Ciudad Lineal

  • Un veterano policía se fijó en su verruga y en sus venas marcadas, algo que habían comentado algunas de las víctimas y la chica que le vendió la crema.
  • Dos coches, una huella parcial en un bote de champú, una muestra de ADN, la cámara de un autobús y el Orfydal de su amante, más pruebas.
  • Está acusado de 16 delitos y se baraja su traslado a la prisión de Segovia, ya que en Soto del Real se escuchan las primera amenazas contra él.

Antonio Ortiz Martínez, natural de Jaén, 42 años, el supuesto pederasta de Ciudad Lineal, está acusado de 16 delitos: cinco de agresión sexual a menores y otros cinco de detención ilegal por retener a las chicas que agredió; tres delitos de tentativa de detención ilegal, los raptos fallidos del 10 de abril y 8 y 25 de agosto; dos homicidios en grado de tentativa por la sobredosis casi mortal de sedante que administró a dos de las niñas raptadas. Y un último delito de allanamiento de morada por abusar de la primera de sus víctimas, el 11 de julio de 2013, en su propia casa. Ortiz, alias 'el cachas' por los vecinos que se cruzaban con él en el apartamento que tenía en el número 12 de la calle Samaniego, ha sido trasladado a la prisión madrileña de Soto del Real, donde permanece aislado del resto de presos. Mientras, los investigadores de la 'operación Candy' (cerca de 50 de ellos serán condecorados por el caso), que terminó con su detención el pasado 24 de septiembre, creen tener suficientemente bien atadas todas las pruebas que hay contra él.

Y es que Antonio Ortiz, un tipo metódico, pero que actuaba con los impulsos irrefrenables de delinquir, dejó un reguero de pistas en el año y un mes que duraron sus fechorías. Estas pistas, unidas y analizadas, conformaron un puzzle que llevó al arresto del supuesto pederasta cuando dormía en un colchón en el salón de la casa de sus tíos, en Santander. Dos coches, llamadas telefónicas, una huella dactilar en un bote de champú, una muestra de ADN en la prenda de una de las niñas, la cámara de un autobús, el testimonio de su amante... y sobre todo, la valentía de las niñas agredidas. El testimonio de tres de ellas ha sido clave para su caída. Sin olvidar las huellas biológicas que la Policía Científica ha encontrado en el piso que Antonio usaba supuestamente para violar a las pequeñas, en el número 3 de la calle Santa Virgilia, que despejarán muchas dudas. Estas son las pistas del caso:

  • Los coches. Antonio utilizó un vehículo en cuatro de las cinco agresiones. En la primera, el 11 de julio de 2013 en Coslada, agredió a una niña china en la casa de los padres de la menor, en Coslada. No le hizo falta coche. Pero sí en las cuatro siguientes: 24 de septiembre de 2013, y 10 de abril, 17 de junio y 22 de agosto de 2014. En las de abril y junio de este año se cree que utilizó un Toyota Celica blanco de tres puertas. La niña española de 7 años a la que secuestró el 10 de abril dio pistas para que la Policía descubriera la marca, pero no el modelo. Se trataba de un Toyota. Para su última agresión, la del 22 de junio, utilizó un Citröen Xara Picasso de color oscuro. Esta última niña se fija en el llavero de plástico de las llaves de contacto. Aún llevaba ese llavero cuando la Policía lo localizó en un concesionario, ya que Antonio lo había puesto a la venta.

  • La huella dactilar en un bote de champú.El día 22 de agosto secuestró a una niña
    Cuando ya tiene a la menor montada en el coche se arriesga a parar en la calle Machupichu y comprar una crema. Hace calor y deja parte de su huella en ella. La misma marca de crema que este jueves ha sido hallada por la Policía científica en la casa de la calle Santa Virgilia. La Policía peinó varios gimnasios de Madrid buscando un tipo con verruga y dio con él Hay más fallos. De camino al descampado para abusar de la menor, la cámara de un banco graba su vehículo. No la matrícula. En ese trayecto, un autobús de la EMT se cruza con su coche y la cámara del autobús le graba, pero en ese momento un destello del sol en el cristal del bus no permite ver con claridad la matrícula del Citröen que usa Antonio.

    Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2248246/0/pederasta-ciudad-lineal/ninas-enganos/abusos-sexuales/#xtor=AD-15&xts=467263
     dominicana. Cuando ya tiene a la menor montada en el coche se arriesga a parar en la calle Machupichu y comprar una crema. Hace calor y comete el error de tocar además un bote de champú. Allí deja una huella parcial. La misma marca de crema que ha sido hallada por la Policía Científica en la casa de la calle Santa Virgilia. Los investigadores luego conocieron que Antonio había comprado la crema para ayudarle a consumar la agresión sexual. De camino a un descampado para abusar de la menor, la cámara de un banco graba parte de su vehículo. No la matrícula. En ese trayecto, un autobús de la EMT se cruza con su coche y la cámara del autobús le graba, pero en ese momento un destello del sol en el cristal del bus no permite ver con claridad la matrícula del Citröen que usa Antonio.

  • Una muestra de ADN. El crimen del 17 de junio es quizás el más atroz. Una niña china de seis años es secuestrada. Los abusos cometidos llevarían a la pequeña al hospital varias semanas. Es la niña que menos ha podido colaborar con la Policía. Apenas habla tras lo sucedido. Pero hay datos importantes. La niña aún tenía el pelo húmedo cuando una vecina la encontró aturdida en la calle, lo que indica que el agresor tenía el domicilio lo suficientemente cerca como para bañarla, bajarla a su coche sin que nadie les viera y dejarla en la calle con el pelo aún mojado. Antonio también dejó un rastro muy débil de ADN en la prenda de la chica. El ADN no sirvió para identificarle, pero sí para descartar a otros sospechosos.

  • Las llamadas telefónicas. Antonio apagaba el móvil en la franja horaria que cometía las agresiones. Pero no lo hizo en su último abuso, el del 22 de agosto. No lo había preparado sino que lo decidió tras salir del gimnasio. La niña secuestrada se lo contó a la Policía. Comenzó entonces "un trabajo de locos", según fuentes policiales, para cribar los números apagados los días de las agresiones pero que hubieran estado encendidos el día 22 en el supuesto trayecto que utilizó el pederasta desde la calle que secuestró a la niña al descampado donde abusó de ella. Propietarios de teléfonos que además hubieran tenido un Toyota y un Citröen.

  • El Orfidal y los vómitos. Antonio utilizaba Orfidal, un fuerte sedante si se da a una menor, para adormecer a las pequeñas y que no se resistieran en las agresiones. Se cree que se lo daba mezclado con golosinas o agua. ¿Cómo lo conseguía? Para obtenerlo en una farmacia hay que facilitar el DNI. Pero Antonio mantenía una relación con una chica venezolana que sí tenía acceso a este medicamento. Ya ha declarado a la Policía que Antonio le engañó, ya que se lo pedía de vez en cuando porque no dormía bien. Seguramente el Orfidal hizo que la niña española secuestrada el 10 de abril vomitara en la casa de la calle Santa Virgilia. La Policía Científica ha encontrado restos biológicos de un posible vómito en la vivienda.

  • La verruga y sus marcadas venas. Tres niñas, dos de ellas secuestradas y una tercera con quién lo intentó, coincidieron en que su agresor tenía una especie de verruga o mancha en la cara. Antonio tiene una verruga en el pómulo izquierdo. Totalmente depilado debido a su afición al culturismo, su cuerpo musculado marcaba las venas, un detalle que tampoco pasó desapercibido para las menores, e incluso para la dependienta que le vendió la crema. Se sabía que iba a un gimnasio, ya que la menor secuestrada en agosto señaló a los agentes que en el coche había una mochila y lo que parecía una toalla de un gimnasio.

  • El olfato de un agente. Se inició entonces una operación para controlar más de 30 gimnasios de Ciudad Lineal y Hortaleza. A finales de agosto, en uno de ellos, a cinco minutos de la casa de Santa Virgilia, un agente del grupo de atracos, que se presentó voluntario para ayudar en la operación, se fijó en él. En sus venas y su verruga. Le pidió la documentación como si se tratara de un control de seguridad rutinario. Y le siguió. Desde entonces la Policía no se separa de él. Y le hace un segundo control rutinario en la calle. Desde entonces le notan nervioso. Ha mentido a los agentes, diciendo que no tiene coche, pero tiene un Audi A4 negro. Incluso duerme una noche en el vehículo. Tiene antecedentes policiales, pero no figura como agresor sexual. Tiran más de hilo y en sus antecedentes penales si aparece una condena por abuso a una menor. Y su madre tiene dos pisos en Hortaleza. Además, ha puesto el Audi a la venta.... todo encaja.

La Policía sigue recabando nuevas pistas y afianzando las que ya tiene. De momento, Antonio se queja en la prisión de Soto del Real de que no puede hacer el ejercicio que tanto le gusta. Está aislado, en el módulo de enfermería, sin contacto con ningún otro recluso, excepto con un 'preso sombra', de confianza de la dirección, que le vigila día y noche. Se le ha aplicado el protocolo antisuicidio. Seguramente sea trasladado a una prisión más pequeña, menos conflictiva y donde sea aún más fácil de controlar, como la de Segovia. Según explican fuentes penitenciarias, en Soto de Real ya se escuchan amenazas de otros presos contra él.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento